Washington (DPA). El Senado de Estados Unidos aprobó hoy la reforma financiera más ambiciosa de los últimos 80 años en el país, que busca poner fin a las maniobras más riesgosas de Wall Street y representa una importante victoria para el presidente Barack Obama.
Con la votación por 60 votos a favor y 39 en contra de las más amplias reformas desde la Gran Depresión, el proyecto de ley irá ahora al escritorio de Obama para su firma. La Cámara de Representantes ya lo había aprobado el mes pasado.
La aprobación de la reforma financiera se considera el mayor éxito en política interna de Obama tras la luz verde a su reforma sanitaria este año.
El presidente estadounidense convirtió a la más reciente reforma en alta prioridad tras la crisis financiera del 2008. Ahora se espera que convierta la propuesta en ley con su firma la semana próxima, poniendo fin a más de un año de acalorado debate sobre cómo regular el sector financiero.
La legislación de más de 2.000 páginas, que endurece las normas y el control para las entidades financieras y refuerza el derecho del consumidor, pasó hoy previamente su principal traba en una votación clave en el Senado, con 60 votos a favor y 38 en contra, dejando vía libre para la posterior aprobación final esta tarde.
Obama se mostró satisfecho con la reforma, ya que aseguró contiene el 90 por ciento de sus propuestas. Sin embargo, algunas voces críticas apuntan que la legislación solamente proporciona un marco amplio, pero sin precisar gran cantidad de detalles.
El presidente agradece a demócratas y republicanos por su aprobación del proyecto, dijo el portavoz de la Casa Blanca Robert Gibbs. “No podemos continuar operando con las mismas reglas que nos condujeron a esta recesión”, subrayó.
Las reformas apuntan a impedir que las compañías financieras se involucren en las prácticas financieras riesgosas que llevaron a Wall Street cerca del colapso en 2008 y marcaron el comienzo de la recesión global.
Los líderes europeos, en particular, le reclamaron a Washington que tome medidas drásticas contra las prácticas de los bancos y están considerando implementar una serie de drásticas reformas regulatorias en su propio territorio.
Mientras que los empleos y la riqueza perdidos durante la crisis financiera podrían nunca ser reconquistados, “podemos encargarnos de que nunca más tengamos que pasar por lo que esta nación atravesó”, apuntó el senador Christopher Dodd, arquitecto clave del proyecto.
El gobierno tendrá mayor control sobre los “hedge funds” y mercados de derivados y contará con nuevos poderes para liquidar instituciones financieras en apuros.
La legislación crea además un consejo de regulación que vigilará posibles riesgos para el sistema financiero y una nueva agencia de defensa del consumidor bajo el paraguas de la Reserva Federal (Fed) para impedir que las compañías ofrezcan productos financieros engañosos.
También están previstas nuevas regulaciones para el pago de salarios de los altos directivos de empresas con cotización en bolsa. Los accionistas tendrán un derecho de intervención no vinculante en los sueldos.
Por su parte, los republicanos se opusieron mayormente a la iniciativa por considerarla un exceso de regulación.
Solamente tres republicanos moderados se sumaron a los 57 demócratas a favor del paquete, entre otros porque a último momento se tachó un impuesto bancario que le habría permitido ingresar a arcas del Estado unos 20.000 millones de dólares para financiar esta regulación incrementada.
El gobierno de Obama respaldó la eliminación de esta tasa, según los medios estadounidenses. Ahora espera tener mayores posibilidades de imponer otro impuesto bancario, que recaudaría 90.000 millones de dólares a lo largo de una década.
El senador Richard Shelby, experto clave en finanzas de los republicanos, aseveró que el proyecto de ley dañará a la economía y acusó a la administración Obama de intentar “explotar la crisis de modo de expandir más al gobierno”.
Por su parte, Wall Street reaccionó con tibieza ante la reforma, ya que teme menores ganancias y presiona por regulaciones menos estrictas. Pero el sector también reconoce que la indignación pública por el costo de la crisis financiera implica inevitablemente alguna forma de control más estricto.
La legislación marca “un día nuevo para la industria”, declaró Steve Bartlett, jefe de Financial Services Roundtable, máxima asociación lobbista de Wall Street.
“Estamos comprometidos con ser parte de la solución y volver a ganar la confianza de la opinión pública estadounidense”, aseveró Bartlett.
“Creo que este proyecto de ley pasará la prueba del tiempo, creando una nueva serie de normativas en el camino no solamente para el sector financiero estadounidense, sino también para el sector financiero internacional para las próximas décadas”, pronosticó el senador demócrata Mark Warner.
Aunque la aprobación de la reforma financiera representa la segunda gran victoria en política interior este año para Obama, su aprobación pública se mantiene por debajo del 50 por ciento, en medio del descontento por la marcha aún lenta de la economía y un gigantesco déficit presupuestario.