Pese a que enfrentó varios procesos por corrupción e incluso fue condenada a prisión, la estrella del cine de 68 años contaba con una base de apoyo incondicional en Tamil Nadu, en el sudeste de India.
Desde que fue ingresada en setiembre en una clínica privada de Chennai, cientos de personas hicieron guardia fuera del recinto.
Su cuerpo, envuelto en la bandera india, se expuso en un féretro abierto en un edificio público de Chennai.
Desde primera hora del martes miles de personas se agolparon para despedirse de la política, cuya popularidad rozaba el estatuto de una divinidad.
Algunos de los dolientes rompían a llorar desconsolados al llegar frente a los restos de la actriz, conocida en la región como Amma (madre).
“Nuestra querida líder, la dama de hierro de India (...) Amma, ya se fue”, anunció el lunes en Twitter su partido, AIADMK.
Incluso el primer ministro, Narendra Modi, viajó en avión desde Nueva Deli para asistir al funeral.
“Siempre voy a atesorar las innumerables ocasiones que tuve de interactuar con Jayalalithaa ‘ji’ (honorífico). Que su alma descanse en paz”, manifestó horas antes en Twitter.
El féretro de Jayalalithaa fue llevado por las calles de una Chennai paralizada, antes de ser enterrado cubierto de pétalos de rosas.
Aunque los hindúes suelen ser incinerados, la dirigente política había pedido expresamente ser enterrada junto a su mentor político, M. G. Ramachandran, fallecido hace 30 años.