Lima. AP, AFP y Reuters. La justicia peruana condenó ayer a cadena perpetua al líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, en el cierre del capítulo más sangriento de las últimas décadas del país.
Guzmán, de 71 años, y su pareja sentimental y también exjefa senderista Elena Iparraguirre, de 59, fueron condenados a cadena perpetua, la máxima pena por delitos de terrorismo.
Los otros 10 exjefes que comparecieron ante la justicia recibieron condenas de entre 25 y 35 años de detención.
La defensa del exjefe guerrillero esperaba que la justicia considerara a Guzmán como a un excomandante militar que dio órdenes y tomó decisiones en medio de un estado de guerra entre Sendero Luminoso y el Estado, e incluso buscaba una amnistía para él.
La acusación central del juicio es haber desatado una ola de violencia desenfrenada con acciones de terrorismo perpetradas a gran escala, por lo que se le acusó de delitos de homicidio calificado y terrorismo agravado, que configuran delitos de lesa humanidad.
La guerra interna que soportó esta nación andina se extendió a lo largo de dos décadas, en lo que se considera fue uno de los conflictos armados más violentos de América Latina.
En la base del conflicto estuvo la pretensión de Guzmán, al frente del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, de fundar a sangre y fuego una “república popular de nueva democracia” en los Andes centrales de Suramérica, a la manera de lo que hizo Mao Tse Tung en China.
Guerra prolongada. Su estrategia consistía en rodear con un ejército rebelde las ciudades mediante una guerra popular y prolongada desde el campo a la ciudad.
Sin embargo, la utopía senderista terminó ahogando al país en un baño de sangre, en el que tanto la guerrilla como las fuerzas de seguridad incurrieron en graves violaciones a los derechos humanos y actos de genocidio.
Para Guzmán, quien era llamado presidente Gonzalo por sus partidarios, hubo una “guerra revolucionaria” que procuraba poner fin a la secular pobreza de los peruanos que viven bajo la opresión de un “Estado burgués semifeudal”.
Sendero Luminoso salió del anonimato con un ataque a la comunidad campesina de Chuschi, en el departamento suroriental de Ayacucho, en mayo de 1980.
Tras esa acción inicial en Chuschi, Sendero extendió su accionar a lo largo de los Andes, en una guerra en la que los campesinos llevaron la peor parte, en medio del fuego de los senderistas y de los militares.
La guerra abarcó también la región amazónica y llegó finalmente a las ciudades de la costa, especialmente a Lima, donde entre 1990 y 1992 la capital era sacudida casi cotidianamente por el estallido de coches bomba.