Grecia
"Aquí es como una cárcel, me asfixio". En el campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, el somalí Abdulaziz se siente desamparado, como miles de migrantes hacinados en ella tras el pacto concluido hace un año entre la UE y Turquía.
Este campamento, en medio de olivos, simboliza la incapacidad europea a ocuparse de cientos de miles de personas que huyen de las guerras y de la miseria.
Cercado por una alambrada de espino y con el acceso cerrado a los medios de comunicación, parece más un campo de retención que un centro de acogida para gente a menudo traumatizada.
"Siempre hay alguien gritando, siempre peleas", describe Abdulaziz, un treintañero que vive allí desde hace ocho meses. Resultó herido en una pierna cuando intentaba escapar de la policía turca. Cohabita con decenas de africanos en una carpa.
ARCHIVO: (Video) La odisea de los refugiados en Grecia
En marzo de 2016 los países al norte de Grecia cerraron la ruta de los Balcanes. Ese mismo mes Ankara y la Unión Europea (UE) cortaron la ruta migratoria por el mar Egeo, lo que redujo considerablemente la llegada de migrantes a las islas griegas más cercanas a Turquía.
Pero se han convertido en una zona de confinamiento de refugiados y migrantes.
Aquellos que, como Abdulaziz, querían llegar a Alemania llevan meses esperando una respuesta a las solicitudes de asilo presentadas en Grecia para evitar el reenvío a Turquía, al que les predestina el pacto.
En este caso hay unos 9.000, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), y alrededor de 14.000, según el gobierno griego, que renunció a trasladarlos masivamente al continente para evitar enfurecer a sus socios europeos.