Abdul Quader Molla, de 64 años, número cuatro del partido Jamaat-e-islami, en la oposición, es el primer político condenado por el “Tribunal Internacional de Crímenes” de Bangladesh (ICT), nombre que le ha dado el gobierno a pesar de la total ausencia de implicación o supervisión de las Naciones Unidas.
“Merecía la pena de muerte debido a la gravedad de sus crímenes. Pero la corte lo condenó a cadena perpetua”, comentó el fiscal general de este polémico tribunal, Mahbubey Alam.
Según la acusación, Mollar era miembro de una milicia propaquistaní acusada de haber matado a cientos de miles de personas durante la lucha de liberación contra Pakistán.
El juicio desató inmediatamente manifestaciones de miembros del Jamaat-e-islami, el mayor partido islamista, que la semana pasada había convocado una huelga nacional para protestar contra el juicio. La huelga fue seguida en numerosas ciudades y se produjeron disturbios.
El partido anunció que resistirá “a cualquier precio al proyecto gubernamental” de ejecutar a sus dirigentes.
Según la policía, hubo disturbios con manifestantes en la capital, Dacca, y en otras ciudades.
Las fuerzas de seguridad usaron gases lacrimógenos y balas de goma contra unos 500 manifestantes que lanzaban cócteles Molotov en Rajshahi (norte).
En Dacca, más de 10.000 policías patrullaban la ciudad, donde los colegios estaban cerrados.
Es el segundo veredicto pronunciado por este tribunal, acusado de haber sido instaurado por las autoridades por motivos políticos, ya que la mayoría de las personas juzgadas pertenecen a la oposición.