Kirguistán, (AFP). Kirguistán movilizó el domingo a su ejército y autorizó a sus fuerzas del orden a disparar sin previo aviso para intentar detener los sangrientos enfrentamientos étnicos que han dejado desde el viernes al menos 97 muertos y 1.247 heridos en este estratégico estado de Asia Central.
El ministerio de Defensa indicó que movilizaba a los reservistas del ejército de 18 a 50 años.
El gobierno provisorio decretó un toque de queda las 24 horas del día en Osh, la segunda ciudad del país, y en dos distritos vecinos, prolongando esta medida, que hasta ese momento estaba vigente sólo durante la noche.
Y extendió el estado de emergencia a toda la región vecina de Yalal Abad, donde la violencia se propagó el sábado, mientras que el último balance de los enfrentamientos étnicos entre uzbekos y kirguisos anunciado por el ministerio de Salud ascendía 97 muertos y 1.247 heridos.
De acuerdo con testigos interrogados por la AFP, la situación en Osh no se había calmado. Estas fuentes señalaron un número de muertos superior al anunciado por las autoridades.
"No nos permiten recoger los cadáveres en las calles. Las autoridades ocultan la magnitud de la tragedia y la verdad. El centro de la ciudad está controlado por bandidos rabiosos", dijo un habitante de Osh que solicitó el anonimato.
En Yalal Abad, la representante del mediador de la República para Derechos Humanos, Alima Amanova, indicó que unas 2.000 personas, algunas de las cuales estaban armadas, se congregaron en el hipódromo de la ciudad.
"En el hipódromo hay más de 2.000 personas. Entre ellas hay muchos provocadores. No veo ningún representante de las autoridades", afirmó.
La comunidad internacional y las organizaciones no gubernamentales (ONG) pidieron calma. Miles de refugiados escaparon a los enfrentamientos y se reunieron en la frontera uzbeka, a poca distancia del epicentro de la violencia.
"Estados Unidos vigila de cerca la situación en la República de Kirguistán y llama a un restablecimiento rápido de la paz y del orden público en la ciudad de Osh y allí donde se registran violencias étnicas", indicó el Departamento de Estado norteamericano en un comunicado.
La estabilidad de Kirguistán es fundamental para Estados Unidos, que cerca de Biskek, la capital, tiene una base aérea por la cual pasan casi todas las tropas desplegadas en Afganistán.
La ONG de defensa de derechos humanos Amnistía Internacional pidió al gobierno que proteja a "todos los ciudadanos kirguisos, en particular a los de origen uzbeko, que han sido blanco de la violencia".
Por otra parte, Amnistía Internacional solicitó a Uzbekistán que abriera sus fronteras para recibir a los refugiados, cuyo número podría ser entre 2.000 y 6.000.
Las autoridades uzbekas dijeron el sábado que estaban "muy alarmadas".
"Las cosas empeoran a cada hora que pasa", dijo Séverine Chappaz, subdirectora del Comité Internacional de la Cruz Roja en Kirguistán.
Rusia, que también tiene una base militar en Kirguistán, se negó el sábado a mandar tropas y anunció el envío de ayuda humanitaria.
Se trata de los peores enfrentamientos desde la revolución de abril pasado (87 muertos), que derrocó al presidente Kurmanbek Bakiyev y llevó al poder al actual gobierno provisorio. En mayo pasado ya se habían registrado actos de violencia en la región de Yalal Abad, el bastión del ex presidente.
Históricamente, las relaciones entre la minoría uzbeka (entre 15% y 20% de la población de Kirguistán) y los kirguisos son tensas, fundamentalmente a causa de las disparidades económicas, que encolerizan a los uzbekos. Por otra parte, en la región hay poderosos grupos mafiosos.