Bogotá. AP. El plazo de concretar un proceso de paz en menos de un año es “una expectativa que él (Santos) está generando por su cuenta, en contravía de lo pactado en la letra y el espíritu del encuentro exploratorio” en La Habana, dijo el líder rebelde Timochenko en una entrevista con el Semanario Voz , del partido comunista colombiano y divulgada en su sitio de Internet.
Timochenko, cuyo nombre real es Rodrigo Londoño Echeverry, de 53 años, expresó que en la capital cubana “se concertó no poner fechas fatales, ni siquiera la palabra meses, así que lo expresado por el presidente nos indica lo difícil que va a ser ese camino que emprendemos”.
En ese sentido recordó que para llegar al acuerdo de La Habana, con el que se concretó iniciar negociaciones de paz, “duramos dos años, cuando inicialmente se creyó que serían semanas”.
El gobierno del presidente Santos anunció el 4 de setiembre que había llevado contactos exploratorios con las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y que estaban cercanos a llegar a un acuerdo de paz que realmente se sostenga en el tiempo.
Entre tanto Santos ha reiterado en varias ocasiones que esos diálogos no pueden extenderse años, sino meses, entre seis y ocho, y que si su gobierno no ve avances, simplemente suspenden las discusiones.
Cuarto intento. Los diálogos en Oslo, y que según las partes se trasladarán después de algunas semanas a Cuba, son el cuarto intento de distintos gobiernos por sellar la paz con esa guerrilla. La última negociación, que se extendió de 1999 al 2002 en territorio colombiano, fracasó en medio de acusaciones del entonces presidente Andrés Pastrana (1998-2002).
Timochenko, sin embargo, se mostró optimista sobre el nuevo intento de negociación. “Nosotros partimos de la idea de que este proceso será exitoso, en la medida en que esas grandes mayorías que se inclinan por la solución política tengan oportunidad de hablar, de movilizarse, de influir, de decidir al respecto. Y las estamos invitando a hacerlo”.
El papa Benedicto XVI, el gobierno de EUA, la ONU, Gran Bretaña y en general los gobiernos de la región en América Latina han apoyado los acercamientos entre el gobierno de Colombia y los jefes y dirigentes de las FARC.