Medellín derriba el edificio Mónaco, antiguo fortín del narcotraficante Pablo Escobar

‘Es empezar a contar (la historia) en honor a nuestros verdaderos héroes: las víctimas’ , puntualizó la Alcaldía

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Medellín, Colombia. El edificio Mónaco, antiguo fortín del fallecido capo Pablo Escobar en Medellín, fue derribado con explosivos este 22 de febrero por la Alcaldía de la ciudad colombiana para construir un parque dedicado a las víctimas del narcotraficante.

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“El edificio Mónaco caerá. No se trata de borrar la historia, es empezar a contarla en honor a nuestros verdaderos héroes: las víctimas”, indicó la Alcaldía de Medellín en su cuenta de Twitter.

Los ocho pisos del ostentoso búnker que protegió alguna vez al jefe del cartel de Medellín y a su familia cayó en un espectáculo abierto al público.

En el lugar, que estaba casi en ruinas luego de ser un monumento al lujo y la extravagancia, se construirá un espacio conmemorativo de 5.000 metros cuadrados en honor a los miles de ciudadanos que perdieron la vida durante la época más cruenta del llamado “narcoterrorismo”, como se conoce a la guerra sin tregua de los carteles contra el Estado en los años 80 y 90.

La iniciativa fue parte de una campaña de la alcaldía de la ciudad de Medellín, que Escobar convirtió en su teatro de operaciones, para contar otra parte de la historia que no siempre registran las series de televisión o los recorridos turísticos en los que el edificio era parada obligatoria.

Todos los días grupos de curiosos visitaban el fortín blanco que construyó el narco en los 80 en El Poblado, uno de los barrios más exclusivos de Medellín.

Aunque ya estaba desocupado, durante años fue utilizado por diversas entidades, entre ellas la Policía.

Escobar fue uno de los hombres más ricos del mundo, según Forbes, tras fundar un imperio del crimen y el terror. Murió a manos de la Policía en 1993.

Respeto a las víctimas

Como parte de la iniciativa gubernamental, desde el 2018 extranjeros y locales que participan en los “narcotours” se encontraban con un edificio recubierto de carteles que recuerdan a esos otros “protagonistas” que la Alcaldía se había empeñado en resaltar: policías, periodistas, civiles o jueces asesinados por orden del capo.

“Respeta nuestro dolor, honra nuestras víctimas (1983-1994). 46.612 vidas menos”, rezaba uno de los avisos que cayó junto con la estructura 25 años después de la muerte del capo.

El Mónaco fue también referente del primer coche bomba detonado en Colombia. En 1988, el cartel de Cali atacó la estructura, con Escobar y su familia adentro. La explosión afectó el oído de la hija del barón de la droga y desató una sangrienta guerra entre carteles.

El atentado también hirió el ego del narcotraficante, pues los explosivos afectaron sus valiosas colecciones de carros y arte.

Aunque un sector de la sociedad se opuso a que se derribe una parte de la historia, el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, insistió en que el relato de lo ocurrido se transforme en favor de las víctimas.

“La demolición es un paso, pero quizás la reivindicación y la voz de las víctimas sea lo que más puede espantar ese fantasma” de Escobar, explicó Alonso Salazar, autor del libro La parábola de Pablo y exalcalde de Medellín.

Como parte de esa lucha por borrar la huella del capo, a finales de enero fue retirada de la Hacienda Nápoles la réplica de la avioneta en la que transportó su primer cargamento de cocaína a Estados Unidos. Ubicada en el noroeste del país, la extensa finca opera hoy como un parque recreativo.

Quedan en pie las 443 casas que construyó Escobar para las familias que vivían en un basurero de Medellín. Gestos como ese le valieron el apodo del Robin Hood colombiano.

Entonces muchos desconocían de dónde provenían sus recursos.

Pese a la caída de Escobar y otros grandes capos, Colombia sigue siendo el principal productor de cocaína y Estados Unidos el mayor consumidor de esa droga.