Dublín. Unos 9.000 niños murieron durante décadas en Irlanda en hogares regentados por monjas para madres solteras donde estas eran separadas de sus hijos, reveló el informe de una comisión de investigación publicado el martes en Dublín.
El primer ministro, Micheal Martin anunció que pedirá “disculpas” en nombre del Estado en este asunto, después de que la Comisión Irlandesa de Investigación sobre Hogares Materno-Infantiles encontrase niveles “inquietantes” de mortalidad infantil en dichas instituciones, que operaron en este país de larga tradición católica hasta 1998.
“Es difícil imaginar la magnitud de la tragedia y el dolor que se esconde detrás de la cifra de 9.000 niños y bebés”, afirmó el ministro de la Infancia, Roderic O’Gorman.
Dirigidos por monjas en colaboración con el Estado irlandés, estos hogares acogían a adolescentes y jóvenes que habían sido rechazadas por sus familias.
Los niños que nacían allí, considerados “ilegítimos”, a menudo eran separados de sus madres y dados en adopción rompiendo todos los lazos con sus familias biológicas.
La Comisión se creó para arrojar luz sobre el alto nivel de mortalidad infantil registrado en estas antiguas instituciones entre 1922 y 1998.
El informe describe un “capítulo oscuro y vergonzoso de la historia reciente de Irlanda”, afirmó el primer ministro, y destaca la “cultura misógina” del país durante “varias décadas”.
En particular, Martin destacó “la grave y sistemática discriminación contra las mujeres, especialmente las que dieron a luz fuera del matrimonio” en este país profundamente católico.
‘Terrible precio’
“Teníamos una actitud completamente distorsionada hacia la sexualidad y la intimidad”, una “disfunción” por la que “las jóvenes madres y sus hijos e hijas” en estas instituciones “se vieron obligados a pagar un terrible precio”, afirmó.
La cifra de 9.000 muertes representa el 15% de los 57.000 niños que pasaron por estos establecimientos durante el período de 76 años examinado por el panel de investigación.
“Toda la sociedad fue cómplice”, manifestó el jefe de Gobierno.
La investigación se abrió en el 2015 a raíz del trabajo de la historiadora Catherine Corless.
Esta afirmó que casi 800 niños nacidos en una de estas instituciones, el Hogar Santa María de las Hermanas del Buen Socorro en Tuam, en el oeste del país, fueron enterrados en una fosa común entre 1925 y 1961.
Al investigar los archivos de ese antiguo convento, hoy convertido en urbanización, contrastándolos con los del cementerio local, Corless determinó que una fosa séptica al lado del centro religioso contenía los restos de esos 796 niños, cuyas edades iban desde los pocos días hasta los ocho años.
Los registros del convento dicen que los niños murieron de hambre o de enfermedades infecciosas, como el sarampión o la tuberculosis.
Los menores fueron probablemente enterrados secretamente por monjas del convento de Santa María.
La fosa común fue descubierta en 1975 por los vecinos, quienes creían que los huesos eran de víctimas de la gran hambruna irlandesa del siglo XIX, en la que murieron cientos de miles de personas.
El drama dio pie a la película En el nombre de Dios, producida en el 2002 y dirigida por el escocés Peter Mullan.