Budapest. Un tribunal en Hungría sentenció el jueves a cuatro traficantes de personas a 25 años de cárcel por el caso en el 2015 en que 71 murieron asfixiados en un camión hallado en Austria.
Un afgano fue considerado el principal culpable, junto con tres cómplices búlgaros, en el juicio realizado en Kecskemet, una ciudad del sur de Hungría.
El veredicto puede ser apelado. Otros 10 acusados, en su mayoría búlgaros, fueron condenados a penas de entre tres y 12 años. Tres de los procesados siguen prófugos.
Fueron 59 hombres, ocho mujeres y cuatro menores de Siria, Irak y Afganistán quienes murieron asfixiados en el compartimiento de carga del camión que llevaba placas húngaras. El vehículo fue hallado abandonado en el carril de emergencia de la carretera cerca de Parndorf, Austria, próximo a la frontera húngara, el 27 de agosto del 2015.
Los migrantes abordaron el camión cerca de la aldea de Morahalom, en la frontera entre Hungría y Serbia, para ser llevados a Austria.
Según los fiscales, que habían pedido cadena perpetua para los cuatro culpables principales, las 71 víctimas “murieron asfixiadas en circunstancias espeluznantes tres horas antes de la partida” cuando todavía estaban en Hungría.
Unos 400.00 migrantes atravesaron Hungría en el 2015 rumbo a Alemania u otras partes de Europa Occidental. El flujo se atenuó el año pasado a raíz de la construcción de cercas hechas con alambre afilado en la frontera sur de Hungría, obra del gobierno del primer ministro Víktor Orban, quien hizo campaña en base a una retórica antiinmigrante.
Orban ha aplaudido la elección de un gobierno populista en Italia que también ha mantenido una postura antiinmigrante y que ha prometido expulsar a decenas de miles de migrantes.
Por su parte, el papa Francisco pidió el jueves una respuesta multinacional a la emigración irregular porque el problema a menudo “supera las capacidades y recursos” de países concretos. El Pontífice envió un mensaje en una conferencia vaticano-mexicana sobre migración.
Aunque no mencionó en concreto la situación en el Mediterráneo, sus palabras reflejaban la queja que expresa Italia desde hace años sobre que se ha visto en gran parte sola para gestionar la llegada de cientos de miles de personas a sus costas en los últimos años.