París. Los católicos franceses celebraron un Domingo de Pascua en París marcado por el incendio de la catedral de Notre Dame, ocurrido seis días antes. Entre sus súplicas estaban la renovación y el renacer, tanto para el emblemático templo como para la Iglesia Católica en general.
El lunes 15 de abril, el fuego arrasó con la famosa aguja de la catedral y con dos tercios de su tejado. El edificio fue clausurado para su renovación y permanecerá cerrado durante años.
Al no poder entrar en Notre Dame, los feligreses de la catedral celebraron la misa del Domingo de Pascua un poco más allá, en la margen derecha del Sena, en la iglesia de san Eustaquio.
La esperanza en un nuevo comienzo dio el tono del oficio religioso, coincidiendo con la conmemoración de la resurrección de Cristo, según la tradición cristiana, este domingo.
Las llamas que devastaron la catedral fueron un “signo”, afirmó Marie Fliedel, una católica practicante de 59 años, quien añadió que ahora sentía una “renovación, una comunión y un impulso”. “Espero que los cristianos reaccionen y tomen nota de todo lo que está ocurriendo en este triste periodo y que esto vuelva a unirnos”, dijo.
“Esto recreará una unidad de los católicos. En la desdicha, el fuego nos dará fuerzas para encontrarnos a nosotros mismos de nuevo y defender nuestra religión”, declaró François Toriello, de 70 años.
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En todo el mundo, la Iglesia católica se ha visto sacudida por varios escándalos de abusos sexuales, también en Francia, cuyo cardenal Philippe Barbarin fue condenado a seis meses de prisión condicional por no haber denunciado las agresiones sexuales a menores de un prelado.
La jornada del domingo también se vio ensombrecida por los mortíferos atentados ocurridos en Sri Lanka contra hoteles e iglesias cuando se celebraba misa y que mataron a más de 200 personas, entre ellos docenas de extranjeros.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, asistió a la misa celebrada en san Eustaquio, oficiada por el arzobispo de París, Michel Aupetit, quien agradeció su labor a la brigada de bomberos por haber salvado el templo de un destino mucho peor.
“Cuando, por un momento, pensamos que los campanarios también podían caer, esas torres tan conocidas en todo el mundo, la valentía y la pericia se combinaron con la oración de todos los fieles”, declaró ante los asistentes, algunos de los cuales lucharon contra el fuego.
Laurence Mahoudeau, de 55 años, acudió con su marido a misa y expresó sus dudas sobre que el incendio pueda incitar a cualquier cambio importante en la Iglesia católica. “Notre Dame es algo que va más allá de la religión, es histórico, es nuestro patrimonio”, comentó.
“No sé si esto promoverá una renovación, eso necesita tiempo. Queremos una Iglesia fuerte, pero tiene que ser algo completamente distinto después del sufrimiento y de los abusos sexuales”, añadió.