Estados Unidos hará frente a un invierno crítico con un coronavirus sin tregua

La situación es aún más álgida que durante la primera oleada y la enfermedad circula ahora por todas partes

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Washington. La disponibilidad de las primeras vacunas contra la covid-19 es inminente, pero el invierno se anuncia crítico en Estados Unidos, donde la pandemia sigue fuera de control y todavía podría matar a más de 150.000 personas entre diciembre y febrero, advirtió el principal funcionario de salud del país.

Actualmente, en la primera potencia mundial mueren tantas personas como en el peor momento de la primera ola de la crisis, en la primavera boreal. Más de 2.000 personas han fallecido diariamente en los últimos días, lo que eleva la cifra oficial de muertos a más de 273.000, según la Universidad Johns Hopkins.

En realidad, la situación es aún más álgida ahora que durante la primera oleada.

Aunque los médicos conocen mejores tratamientos para la enfermedad y cuáles pacientes pueden quedarse en casa en lugar de ocupar una cama de hospital, 100.000 personas están hospitalizadas por covid-19, contra las 60.000 registradas durante los picos de abril y julio, según la organización Proyecto de Seguimiento de Covid.

Y a diferencia de los picos anteriores, el coronavirus circula ahora por todas partes.

Los tableros de varias instituciones pintan el mapa de Estados Unidos en rojo de costa a costa. La mitad de los estados muestran una incidencia de más de 400 casos por semana por cada 100.000 habitantes, que es el umbral que detonó el reconfinamiento en Francia.

Pocos estados están considerando otra cuarentena y las restricciones se imponen solo de manera fragmentaria, en ausencia de una estrategia nacional del presidente Donald Trump, quien únicamente se concentra en la llegada de las vacunas.

Vienen ‘tiempos difíciles’

"La realidad es que diciembre, enero y febrero serán tiempos difíciles", advirtió el miércoles el director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Robert Redfield. "Este será el período más difícil en la historia de la salud pública de este país".

"Desafortunadamente, antes de febrero, podríamos estar acercándonos a los 450.000 estadounidenses" muertos, advirtió.

Según el promedio de los modelos epidemiológicos compilados por los CDC, para principios del 2021 se habrá registrado un total de 300.000 muertes. Una cifra que se sabe subestima la realidad: contando las muertes mal diagnosticadas e indirectas, ese número ya se alcanzó en octubre.

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Portar mascarilla es obligatorio en la mayor parte de Estados Unidos, pero en el mosaico de restricciones locales predomina un hecho: negocios, restaurantes y lugares de culto permanecen abiertos en muchos lugares, con más o menos medidas sanitarias, y los únicos gobernadores que han impuesto toques de queda son los de California y Ohio.

El gobernador de California anunció nuevas medidas este jueves, entre ellas la prohibición de las aglomeraciones y actividades no esenciales.

A nivel más local, ciudades y condados reaccionaron restringiendo los restaurantes a las terrazas o cerrando las escuelas, como en Nueva York. Muchas, como Chicago, han pedido a los residentes quedarse en casa excepto para viajes esenciales, pero generalmente sin coacción.

La descentralización política es un orgullo estadounidense, pero en este caso una debilidad, resaltó Anthony Fauci, director del Instituto de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, al lamentar que tantos lugares de reunión permanezcan abiertos.

“La situación es grave”, declaró en Fox News, el miércoles, y alentó al cierre de bares.

El gobierno de Trump espera inocular a unos 20 millones de personas en diciembre con las vacunas Pfizer/BioNTech y Moderna -si el órgano regulador de medicamentos da el visto bueno- y otros 80 millones en enero y febrero.

“La vacuna será la herramienta más importante en la lucha contra la covid, pero no cambiará las cosas de la noche a la mañana”, escribió en Twitter Tom Frieden, exdirector de los CDC.

La inmunidad colectiva y el regreso a la normalidad podría aparecer alrededor de abril, mayo o junio, según Fauci, lo que significa haber vacunado a entre el 70% y el 75% de los estadounidenses.

Pero falta que quieran vacunarse.

Para convencerlos de que la vacuna es segura, tres expresidentes -Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton- dijeron que con gusto se vacunarían públicamente.