Carboneros de Viloria, España, saben que su oficio tiene los días contados

Aún quedan solo algunos restaurantes y viviendas que compran el carbón que se produce en forma artesanal desde hace siglos

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Viloria, España. Si bien de vez en cuando recibe la ayuda de su hijo de 22 años, Miguel Lander sabe que los días en que produce carbón siguiendo métodos tradicionales están contados en estos remotos valles del norte de España.

Lander es uno de los pocos carboneros que quedan, gente que convierte leños en piezas de carbón en un proceso que requiere paciencia y mucho esfuerzo.

“Uno tiene que ganarse la vida” , explica Lander, de 56 años.

A raíz de los cambios en el estilo de vida de la gente y de la competencia que representa el carbón producido en forma industrial, hoy por hoy solo algunos restaurantes y viviendas privadas compran las pocas toneladas de carbón que produce anualmente Lander siguiendo métodos centenarios.

El propio Lander admite que en el futuro ya no habrá cabida para este carbón producido mediante un proceso lento en el que se queman montañas de leños.

La carbonización de la madera se hace con temperaturas constantes y controlando el paso del oxígeno. En Viloria y otras localidades al pie de las sierras de piedra caliza de Lóquiz y Urbasa, eso se logra usando madera apilada en forma de pirámide, con hojas secas y una capa de tierra que actúa como aislante.

El fuego se enciende a través de una chimenea en el centro de la pila. Lander abre agujeros de ventilación para permitir una combustión constante, que puede prolongarse semanas.

Lander “cocina” una tonelada y media de madera de encinar, que es la mejor para el carbón. Vigila el proceso día y noche. Explica que si se quema demasiado rápido, solo quedarán cenizas.

El tamaño de estas montañas de madera varía, de acuerdo con Emilio Galdeano, de 78 años y quien comenzó a trabajar como carbonero de adolescente.

Galdeano dejó el oficio durante dos décadas, cuando él y otros campesinos de la región buscaron trabajo en las ciudades. Luego de que las fábricas siderúrgicas vascas redujesen sus operaciones a fines de la década de 1970, Galdeano volvió a Viloria y sus alrededores a producir carbón.

“Los que vivimos en el pueblo sabemos lo que nos espera, ser carbonero” , afirma Galdeano, quien ya se jubiló. “Es un trabajo duro, muy duro” .

Las pilas de madera eran parte del paisaje y los carboneros todo un misterio. Se pasaban semanas, si no meses, en las montañas, cuidando las hogueras, antes de que los camiones pudiesen bajar el carbón al valle. Tenían fama de ser gente taciturna y solitaria, pero que eran pilares de la comunidad, ya que satisfacían una necesidad básica.

Tal vez por eso el carbonero más conocido de la región vasca es Olentzero, figura mítica vasca de la tradición navideña que lleva los regalos a los niños el día de Navidad y les deja carbón a los traviesos antes de regresar a las montañas en pleno invierno.