Joms. Con la mirada perdida, los sobrevivientes de una de las peores tragedias en el Mediterráneo esperan cerca de una playa de Libia para ser trasladados a un centro de detención de migrantes, mientras que los servicios de rescate empezaban a recuperar los cuerpos de los que no pudieron salvarse.
Rescatados de las aguas tras el naufragio el jueves de su embarcación frente a las costas de la ciudad libia de Joms (oeste), son una treintena, sentados en silencio en el suelo de cemento de un cobertizo abierto a los cuatro vientos.
Cerca de 145 personas fueron rescatadas con vida, y el viernes se temía que como mínimo 110 desaparecieron en alta mar, según la Organización Internacional de Migraciones (OIM).
Pocas horas después, las autoridades informaban que se habían podido rescatar 62 cuerpos, aunque el saldo podría aumentar.
En Joms, los migrantes rescatados son eritreos en su mayoría, pero también palestinos y sudaneses.
Las mujeres fueron instaladas provisionalmente en una casa móvil, para que recuperen fuerzas después de pasar más de seis horas en el agua, explica una de ellas.
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"Salimos como a las 11:30 p. m. y 1:30 a.m. (hora local) después, el barco empezó a hundirse. El capitán egipcio decidió dar la vuelta", contó Abdallah Osman, un de los supervivientes.
La embarcación se cruzó con "un barco grande, el Turkon Line". "Pensamos que nos iban a salvar, pero las personas a bordo se limitaron a observar", dijo este eritreo de 28 años.
Media hora después, se llenó de agua y el motor se detuvo. "Nos quedamos en el agua de seis a siete horas. Unas 200 personas murieron, hombres, mujeres y niños", dijo.
A poca distancia de las costas libias, los supervivientes podían ver las luces del puerto de Joms, una ciudad costera situada 120 kilómetros al este de Trípoli.
"Poco después del amanecer, unos pescadores vinieron a buscarnos con sus pequeños barcos y comenzaron a transportarnos, cinco a la vez... Eso duró hasta las 09h00 de la mañana", agregó.
"Cuerpos flotaban en el agua en la zona del naufragio", cuenta uno de los pescadores.
Médicos Sin Fronteras (MSF) estima, según relatos de sobrevivientes, que cerca de 400 personas habían zarpado.
"Estoy horrorizado por la noticia de que unas 150 personas habrían muerto en un naufragio frente a las costas de Libia", reaccionó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
"Necesitamos rutas seguras y legales para los migrantes y los refugiados. Todo migrante que busca una vida mejor merece seguridad y dignidad", agregó en Twitter.
"La peor tragedia en el Mediterráneo este año acaba de ocurrir", lamentó en Twitter el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur), Filippo Grandi.
Antes del naufragio del jueves, Acnur y la OIM habían informado de al menos 426 personas muertas este año tratando de cruzar el Mediterráneo, convertida en la ruta marítima más mortal del mundo.
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Los migrantes rescatados en el mar y llevados a Libia son primero acogidos por las organizaciones en el lugar, que les dan cuidado y alimentos, luego las autoridades los recluyen en centros de detención, descritas por las organizaciones como zonas ilegales.
Los sobrevivientes que esperan sentados cerca de la playa también serán trasladados a esos "centros de alojamiento", precisa Kacem.
A pesar de la violencia que persiste desde la caída en el 2011 del régimen de Muamar Gadafi, Libia es un importante punto de tránsito para los migrantes que huyen de la inestabilidad en regiones de África y Medio Oriente y que buscan llegar a Europa.
Pese a los riesgos, prefieren lanzarse al mar que permanecer en Libia, donde sufren abusos, extorsiones y torturas, según las organizaciones.