“Nuestro gobierno pudo confirmar la muerte de al-Libi”, declaró el portavoz de la Casa Blanca Jay Carney, luego de que otro alto funcionario estadounidense dijera tener “un alto nivel de confianza” en la veracidad del fallecimiento del dirigente de al-Qaeda.
La operación, desarrollada la madrugada del lunes, habría causado la muerte de 15 insurgentes islamistas, una cifra no confirmada por Washington. El objetivo era al-Libi, indicó en la noche el cotidiano
El anterior número dos de al-Qaeda, Atiyah abd al-Rahman, había muerto también en Pakistán, en la región tribal de Waziristán, el 22 de agosto. Luego del asesinato de Osama bin-Laden, a inicios de mayo de 2011 en un ataque de comandos en Pakistán, su número dos, el egipcio Ayman al-Zawahiri, asumió el liderazgo de la red.
Abu Yahya al-Libi, un libio considerado uno de los principales teóricos de al-Qaeda, apareció en varias ocasiones en los últimos años en mensajes de video en la red. En marzo exhortó a los rebeldes libios a continuar su ofensiva contra el régimen de Muammar Gadafi.
Según el alto funcionario estadounidense que habló bajo anonimato, “los reveses infligidos a la dirección central de al-Qaeda en estos últimos años lo han mermado, a tal punto que sus efectivos no tienen hoy un claro sucesor que pueda asumir las responsabilidades (de al-Libi), lo cual representa una dificultad más para al-Zawahiri para manejar el grupo de una manera eficaz”.
Ben Venzke, un experto del IntelCenter, centro de vigilancia de los sitios islamistas, estimó que “la muerte de al-Libi va a afectar a toda la comunidad de “yijadistas”, al ser una de sus figuras más visibles en todo el mundo”.
En el terreno político, la operación puede serle redituable al presidente estadounidense, Barack Obama. A cinco meses de los comicios en que buscará su reelección, el mandatario tiene un arma para contrarrestar los ataques de su adversario republicano, Mitt Romney, quien lo acusa de mostrarse débil a nivel internacional.
Por el contrario, las relaciones ya tensas entre Washington e Islamabad pueden sufrir una nueva degradación, tras la operación clandestina de las fuerzas especiales de EE. UU. que condujo al asesinato de bin-Laden, la muerte por error de 24 soldados pakistaníes en bombardeos estadounidenses y la negativa de Pakistán a reabrir las rutas de abastecimiento de la OTAN hacia Afganistán.