Con su economía golpeada a causa de las sanciones promovidas por Estados Unidos y sus aliados, Irán saldrá el viernes a elegir a su próximo presidente, en una cita en la que todo indica que la línea más conservadora del régimen obtendrá una victoria que consolidará su poder.
El sustituto del polémico Mahmud Ahmadineyad tendrá como principal reto limpiar los números rojos surgidos por el desplome incontrolable de las exportaciones de petróleo y el bloqueo occidental.
Desde julio de 2012, cuando entró en vigor el embargo sobre el crudo iraní, los ingresos generados por el petróleo cayeron un 50%.
Además, la tasa de inflación se triplicó en tres años y el rial, la moneda nacional, se devaluó un 80% desde 2011.
Con ese golpe económico, las grandes potencias intentan desalentar las ambiciones nucleares de Teherán, de quien sospechan busca fabricar el arma atómica. Sin embargo, la máxima autoridad iraní, el ayatolá Alí Jamenei, insiste en que el país no sucumbirá ante las “sanciones bárbaras”.
Jamenei le advirtió a los ocho candidatos a la presidencia, durante el aniversario de la muerte del fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruhola Jomeini, que no permitirá que se hagan “concesiones a los enemigos para reducir la presión extranjera”.
Como precisa el analista Sergio Moya, entre los candidatos y figuras de poder en Irán, existe un consenso en defender lo que para ellos son las “ambiciones nucleares pacíficas”.
¿Qué se elige? En Irán, aunque existen algunas instancias con tintes democráticos, las decisiones políticas son manejadas por el líder supremo, Jamenei, y el Consejo de Guardianes, grupo formado por seis “sabios” de la ley islámica y seis juristas, que entre sus funciones tienen aprobar todos los proyectos enviados por el Parlamento y decidir quiénes pueden ser candidatos a la presidencia.
De esta manera, la figura del presidente es la segunda en el poder, pero sus posibilidades de acción son muy limitadas.
Para estas elecciones, el Consejo de Guardianes y el “líder supremo” se aseguraron de que quien resulte electo sea fiel al régimen, ya que de los ocho candidatos a la presidencia, que seleccionaron el pasado 21 de mayo, cinco son de la línea ultraconservadora principista, que domina actualmente el sistema.
Fuera de la contienda se quedaron el principal candidato reformista moderado, el expresidente Akbar Hashemi Rafsanyani, y el nacionalista conservador Esfandiar Rahim Mashaei, representante del entorno de Ahmadineyad, tachado de “desviacionista” por los conservadores.
Muchos retos, pocos cambios. Los retos que tendrá que enfrentar Irán en los próximos cuatro años, tanto internos como a nivel internacional, son abundantes. Sin embargo, según el analista Carlos Murillo, los cambios serán pocos. Lo único que podría modificarse con el nuevo mandatario es la forma en que gestione su gobierno.
“En donde sí se notará un cambio es en el estilo del presidente; pero no en la política, incluida la exterior. Irán no es una democraciani un régimen realmente presidencialista ”, dijo Murillo.
Es decir, las elecciones del viernes son un proceso formal que servirá simplemente para mantener el statu quo en temas como la política antiestadounidense y el plan nuclear.
Además, es previsible que con el nuevo mandatario continúe el proceso de recrudecimiento del autoritarismo.
Según instituciones internaciones, como Amnistía Internacional, en Irán se violan sistemáticamente las libertades individuales, se realizan arrestos autoritarios y tortura, entre otras violaciones.