La jerarquía eclesiástica se esforzó ayer en dejar bien claro que, para el papa Benedicto XVI, el retiro significa justo eso.
En momentos en que abundan las conjeturas sobre su papel en el futuro, el vocero principal del Vaticano, el padre Federico Lombardi, afirmó explícitamente que el Pontífice, de 85 años, no influirá en la elección de su sucesor.
Lombardi profundizó en el sentido de que el pontificado habrá llegado a su fin al decir que, después de que este finalice formalmente el 28 de febrero, “los objetos estrictamente vinculados” con el ministerio papal serán “destruidos” . Entre ellos está el anillo del Papa, que utiliza como sello para documentos y debe ser aplastado tras la muerte del obispo de Roma.
La Iglesia pretende así mandar un mensaje claro de que Benedicto XVI no estará manejando los hilos tras bambalinas.