El Cairo
Durante años, Michel Fahmy oyó al imán de la mezquita de su barrio maldecir a los cristianos en su sermón. Ahora se da cuenta de que estas "incitaciones" fomentan los ataques a iglesias en Egipto por parte de yihadistas.
El pasado domingo, Día de Ramos, dos suicidas del grupo yihadista Estado Islámico (EI) cometieron atentados contra una iglesia copta en Tanta y otra en Alejandría, en el norte de Egipto, causando 45 muertos. Cuatro meses antes, un ataque a una iglesia en El Cairo se saldó con 29 víctimas mortales.
Los coptos se sienten abandonados por las autoridades de este país de mayoría musulmana. La comunidad cristiana representa el 10% de los 92 millones de egipcios.
Por miedo a nuevos ataques, la Iglesia copta ha decidido limitar las celebraciones de Pascua.
"A la vista de las circunstancias actuales y por solidaridad con las familias de las víctimas, vamos a limitar las celebraciones de Pascua a las misas en las iglesias", anunció en un comunicado.
En el barrio cairota de Shubra, los vecinos atribuyen la violencia a una "incitación" anticopta.
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En los sermones del viernes "en la mezquita se habla mal de los cristianos y se incita a la violencia. Esto alimenta el odio en los jóvenes que luego aplican lo que oyen", considera Fahmy, de 50 años.
En el escaparate de su tienda de objetos religiosos, hay grandes cruces de madera junto a estatuas de Jesucristo o de la Virgen María.
"No se explica a los jóvenes que nosotros (musulmanes y coptos) somos hermanos e hijos de una sola y misma patria. La educación divide mucho", expresa Fahmy.
Otros coptos declararon haber oído los mismos discursos de odio en los sermones o en las cadenas de televisión por satélite islámicas, que fueron cerradas por las autoridades tras el derrocamiento en el 2013, por el Ejército, del presidente islamista Mohamed Mursi.
El Ministerio de Bienes Religiosos intenta contener los sermones en las mezquitas y fijar por adelantado los temas que abordarán los imanes, pero no puede controlar todos los lugares de culto del país.
Discriminación por creencia. En una tienda de ropa cercana, Liliane Anis recuerda con tristeza la discriminación que sufrió en el colegio. "Algunos niños no querían hablar conmigo porque era cristiana", cuenta la vendedora de 23 años. "Yo los ignoraba, pero me molestaba", añade.
En su opinión el problema comienza en el colegio, "donde se distingue entre niños cristianos y musulmanes".
Hoy sigue sufriendo acoso, como muchas otras egipcias.
"En la calle tengo miedo, tengo miedo de que me importunen con palabras o acciones. No hay seguridad", critica.
El presidente egipcio, Abdel Fattah al Sisi, ha hecho varios llamamientos "a la modernización del discurso religioso" islámico para combatir la ideología yihadista. Pero sus detractores hacen caso omiso.
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El discurso anticristiano empezó en Egipto en los años 1970, cuando el presidente Anwar el Sadat favoreció a los islamistas frente a sus oponentes de izquierda. Y en la década de 1990 los coptos fueron blanco de ataques por parte de grupos islamistas.
Ibram Anis, un estudiante de Derecho, está convencido de que los extremistas que atacan a los coptos "han sufrido un lavado de cerebro a fuerza de oír discursos religiosos islámicos de incitación contra los cristianos". Y eso a pesar de que, según asegura, "el islam es una religión de paz".
Ante la llegada de la Pascua, muchos coptos temen más atentados.
"Temo por mi hija. La situación es preocupante", estima Hala Bucha, que lleva de la mano a una niña de cinco años.
"Soñamos con vivir en un Egipto seguro, ni más ni menos", resume Ibram, con una cadena con un colgante en forma de cruz ceñido al cuello.