Buenos Aires. AFP. Mauricio Macri carga con el peso de ser rico de cuna en un país marcado por las reivindicaciones sociales. Después de ser presidente del club de Boca Juniors y alcalde de Buenos Aires, quiere presidir Argentina, con ideas liberales y corregir 12 años de kirchnerismo.
A sus 56 años, está terminando el segundo mandato frente a la Alcaldía de la capital, como líder del partido conservador Propuesta Republicana (PRO), y aspira a suceder a Cristina Fernández en nombre de la alianza Cambiemos, con respaldo de la derecha y radicales (socialdemócratas).
Sobre todo parco, se le ha visto sonreír y cruzar abrazos con abuelitas y niños al recorrer las provincias más pobres del país, donde sus detractores sostienen que no atrapa votos.
“No queremos más esa Argentina que expulsa a la gente de sus lugares de origen por falta de oportunidades”, dice.
Con objetivos de empresario, promete implementar una amplia red de contención social y mantener la asistencia del Estado, ofrecimiento que repiten por igual sus rivales.
El oficialista Daniel Scioli, favorito, y el opositor Sergio Massa, tercero pero ambos peronistas, también prometen que no tocarán las ayudas sociales que se implantaron en los últimos 12 años.
Estas políticas, lanzadas con Néstor Kirchner (2003-2007) y continuadas por su esposa Cristina (2007-2011 y 2011-2015) gozan del 60% de respaldo popular, según sondeos.
Asegura que extenderá los alcances de la asignación universal por hijo. Ese subsidio beneficia con $91 mensuales de 3,5 millones de niños pobres.
“Son todas propuestas que tienen que ver con este compromiso que asumimos para construir una sociedad más equitativa e inclusiva en la que todos podamos vivir mejor”, afirmó el lunes.
Pero su rival Massa le reprocha que su compromiso llega hasta el 25 de octubre, asegurando que ya habría dicho que si pierde las presidenciales se iría a vivir al exterior.
Este plan B no ha sido afirmado ni desmentido por el candidato.
Resalta su fanatismo por Boca -uno de los clubes más populares del país-, del que siempre quiso “ser el 9”.
Terminó graduándose en ingeniería civil y ha sido básicamente empresario. Su falta de condiciones futbolísticas no le impidieron convertirse en presidente de Boca de 1995 a 2007, en una etapa de gloria del club que lo catapultó a la política.
Mauricio es el mayor de los seis hijos del empresario Franco Macri, un italiano que llegó a Argentina en 1949 e hizo fortuna con empresas de construcción, automotrices, aeronavegación, energías renovables y servicios.
El patriarca de los Macri es conocido por su buena relación con los gobiernos de todas las tendencias, incluso con la presidenta Fernández de Kirchner, archirrival de su hijo.
En la recta final a la elección, Macri sumó los apoyos de dos celebridades locales, Susana Giménez, la histórica y popular diva de la televisión argentina, y el cineasta Juan José Campanella, ganador del Oscar a mejor película extranjera por “El secreto de sus ojos” en 2010.
“Es un tipo trabajador, honesto, muy sencillo, educado y como presidente de Boca hizo un cambio radical”, afirmó Susana. Mientras, el cineasta encendió Twitter al escribir: “Solo hay dos melodías, kirchnerismo y Cambiemos. Todo lo demás es ruido”, dijo a favor de Macri.
Ha estado casado tres veces, por primera vez a los 22 años con Ivonne Bordeu (1981-1991), con quien tuvo tres hijos. En 1994 inició un matrimonio de nueve años con la modelo Isabel Menditeguy.
Ahora, de ganar la presidencia convertiría en primera dama a la empresaria textil Juliana Awada, de 41 años, una mujer hermosa, con quien tiene una niña de tres años y que es amiga de Karina Rabolini, la esposa de su rival Scioli.