Jindo, Corea del Sur. AFP. El último balance oficial del naufragio del ferri Sewol en Corea del Sur arrojaba ayer más de 120 muertos, pero casi 200 personas están aún desaparecidas, a pesar de los operativos para recuperar los cadáveres que se realizan desde hace casi una semana.
El mar en calma y mejores condiciones meteorológicas permitieron acelerar la búsqueda, pero la visibilidad en el agua era muy escasa. Los buzos trabajaban casi a ciegas en los laberintos de pasillos y camarotes del barco completamente sumergido.
“La tarea se vuelve muy difícil para los buceadores que buscan los cadáveres a tientas en el agua fangosa”, declaró un portavoz del Servicio de Guardacostas.
Según el más reciente balance dado a conocer por estos servicios, 121 personas murieron y 181 están aún desaparecidas.
El buque trasladaba en total a 476 personas, en su mayoría jóvenes estudiantes de secundaria, cuando se hundió el miércoles de la semana pasada . La nave se dirigía hacia la isla turística de Jeju (sur).
Los familiares de los desaparecidos, padres de los adolescentes en su mayoría, se reunieron ayer en el puerto de Jindo, la isla vecina al lugar de la catástrofe, y allí esperaban la llegada de los barcos de rescate que, a intervalos cada vez más frecuentes, desembarcan los cadáveres recuperados.
Los primeros días, los allegados de los desaparecidos, devorados por la angustia y el dolor, se manifestaban frustrados por la lentitud de las tareas de búsqueda y rescate, ya que los submarinistas no podían introducirse en el barco hundido, pues las violentas corrientes impedían hacerlo.
Esto provocó incidentes, en los cuales miembros de los servicios de guardacostas y responsables políticos –entre ellos, el primer ministro– fueron empujados y abucheados, acusados de la lentitud de las operaciones
El capitán del Sewo l y la mayoría de la tripulación son parte de las 174 personas que pudieron ser rescatadas tras el naufragio.
Resignación. Sin embargo, ahora la esperanza de encontrar sobrevivientes es prácticamente nula, y las familias apuran a los buzos para que recuperen los cadáveres lo más pronto posible, para evitar un mayor deterioro.
“Solo quiero volver a ver a mi hijo. Quiero tenerlo en mis brazos y decirle adiós. No soporto la idea de que esté en ese lugar frío y sombrío”, murmuraba el padre de uno de los desaparecidos.
Los servicios de auxilio esperan un balance final de alrededor de 300 fallecidos, puesto que no existen casi esperanzas de encontrar pasajeros aún vivos que pudieran haberse refugiado en eventuales bolsas de aire que quedasen en el ferri, que se hundió completamente.
Si se confirma esa cifra, el naufragio del Sewol se convertiría en uno de los accidentes más mortíferos de la reciente historia de Corea del Sur, un país rico y moderno, muy conmocionado por esta tragedia.