El pasado 17 de febrero los noticiarios del mundo dieron cuenta de un nuevo y surrealista suceso relacionado con el Estado Islámico.
Solo que en esta ocasión, la noticia surgía más bien del lado occidental, cuando Hamima Begum, de 15 años, Kadiza Sultana, de 16, y Amira Abase, de 15, tres compañeras de escuela, viajaron solas de Londres a Estambul y de ahí a Siria sin que nadie las detuviera.
El drama sigue en vilo porque, hasta la fecha, de las jóvenes no se sabe nada más y se teme que las muchachas hayan pasado a engrosar la lista de “novias yihadistas”, casadas con miembros de Estado Islámico y expuestas a una cruenta guerra.
Aunque se desconoce el número exacto de novias o esposas extranjeras de combatientes del EI, se estima que representan el 10 por ciento del total de las yihadistas occidentales combatientes en Siria e Irak.
En el caso de las tres adolescentes trascendió esta semana, según información recopilada por la agencia EFE, que las tres pagaron más de 1.000 libras en efectivo a un agente de viajes, dinero que habrían obtenido tras robar joyas de la familia.
Los parientes, por su parte, están planteando una acusación a las autoridades por no haber detectado la salida irregular del país, siendo menores de edad.
La hermana de Shamima Begun declaró que nada permitía presagiar que tuviera simpatías hacia los yihadistas o se hubiera radicalizado a tal extremo.
“Mi hermana andaba con cosas normales de adolescentes. Solía ver el programa Keeping up with the Kardashians ”dijo en referencia al famoso reality show estadounidense.
Un drama similar vivieron los parientes de Sabina Selimovic, de 15 años, y Samra Kesinovic, de 17, dos adolescentes austriacas que salieron desde Viena en abril del año pasado hacia Raqqa, la capital del califato instituido por el Estado Islámico (EI) en Siria. Ahí se convirtieron al Islam, cubrieron con un pañuelo negro su larga y rubia melena y se convirtieron en concubinas de yihadistas.
Es un hecho, según reportes de la prensa mundial, que no se trata de casos aislados, si no de un fenómeno que se expandepor muchos otros países de Occidente.
Pero el caso de Samra y Sabina ha sido de los más mediáticos, pues sus rostros completamente velados y cuerpos cubiertos con túnicas negras fueron durante meses la imagen publicitaria del EI para atraer a nuevos combatientes extranjeros y engrosar las filas yihadistas.
“ Resulta interesante observar cómo los yihadistas combinan una ideología completamente atrasada con medios muy sofisticados de captación, a través de Internet ” , declaró a la agencia EFE la directora adjunta del Instituto para los Estudios de la Mujer en el Mundo Árabe de la Universidad Libanesa Americana, Myriam Sfeir.
Los radicales prometen a las jóvenes, en muchos casos estudiantes, un mundo ideal, donde las mujeres son respetadas y reverenciadas, “ aunque luego se encuentren con que tratan a las prisioneras, como las yazidíes, como esclavas sexuales . Les prometen una vida de aventuras y les proporcionan una fe, el Islam, que adulteran completamente”, señaló.