París
Las organizaciones no gubernamentales empiezan a padecer en Irak los primeros impactos de la crisis tras el referéndum de independencia en el Kurdistán, en un contexto humanitario ya complicado tras la caída de Mosul.
El viernes por la tarde, los últimos aviones extranjeros dejaron los aeropuertos de Erbil, capital del Kurdistán, y Solimania. El gobierno de Irak impuso un bloqueo aéreo para obligar a esta región autónoma a anular su referéndum, en el que se votó mayoritariamente por la independencia.
"No podemos hacer venir o que despeguen (los aviones)", afirma Malika Saim, una responsable de Médicos Sin Fronteras (MSF)- Francia, asignada al norte de Irak, y quien fue interrogada por la AFP. Además es "difícil tomar vuelos humanitarios entre Bagdad y Erbil", añade.
Más grave aún, "con el bloqueo aéreo nuestro flete, que llegaba a Erbil y no a Bagdad, fue anulado el viernes" se lamenta Saïm.
En el terreno, Acción contra el Hambre (ACF, por sus siglas en francés) constató una "muy clara tensión en los puestos de control" con "insultos" a los civiles kurdos "pero también contra el personal humanitario", proferidos por el ejército iraquí y algunas milicias, según su director adjunto para Medio Oriente, Eric de Guerpel.
ACF, como la mayoría de las organizaciones humanitarias, tomó el Kurdistán como base logística para sus actividades en el norte de Iraq.
Desde hace dos o tres días, Médicos del Mundo (MDM) decidió por su lado anular los desplazamientos de sus equipos entre el Kurdistán y la región de Mosul, explica Marius Musca, su responsable de operaciones de urgencia.
"Anticipamos los problemas en los puestos de control, y no nos desplazamos. Las clínicas de MDM permanecieron abiertas pero no a su nivel máximo, más bien a 60-70%", detalla Musca.
Desplazados
Sin embargo, las necesidades humanitarias son "urgentes" según la Oficina de coordinación de asuntos humanitarios de la ONU, que cifra en 700.000 los desplazados internos entre los habitantes de Mosul, ciudad liberada en julio tras ocho meses de combates.
Decenas de miles de personas más se ven además afectadas por las operaciones militares contra el grupo Estado Islámico (EI), añade la ONU, cuya coordinadora humanitaria, Lisa Grande, calificó en agosto la labor en Mosul como "el mayor desafío" de estabilización y reconstrucción en cunto a infraestructuras, educación y policía.
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Este organismo apela ahora a todas las partes a asumir su responsabilidad y garantizar la entrega humanitaria.
"Por el momento, conseguimos hacer el trabajo. Pero el problema es a largo plazo" se lamenta Malika Saïm, de MSF.
Médicos del Mundo dice por su lado tener unas "reservas" que le permiten garantizar su servicio durante "tres meses sin problemas". "Pero si vamos más allá de este período, sí habrá consecuencias (sobre la actividad de la ONG y sobre la población)", advierte Marius Musca.
Thomas Hugonnier, encargado del programa para Irak de Handicap Internacional, prefiere evitar los pronósticos. "Hay, desde luego, un riesgo, pero de momento no se confirma", relativiza, y dice que su organización trabaja sin problema en la zona.