Beirut. EFE. La antes floreciente industria textil siria lucha puntada a puntada para mantenerse en un país inmerso en un conflicto bélico, donde los empresarios han reinventado su manera de trabajar para adaptarse a una economía de guerra.
“Podría dedicarme a dar conferencias sobre cómo nos las apañamos para seguir funcionando. Ahora somos más creativos”, bromea el vicepresidente de la Asociación Siria de Exportadores de Textiles y Ropa (STAGEA, en sus siglas en inglés), Mohamed Taki Edin.
Taki Edin ha acudido al Líbano junto a 90 dueños de compañías del sector para participar en la segunda edición de la feria Syriamod, que en los últimos tres días se ha celebrado en el hotel Fenicia, ubicado en Beirut.
Ropa infantil y lencería han copado los expositores de esta muestra, en la que la mayoría de los clientes provenía de otros países árabes, sobre todo del golfo Pérsico.
Pérdida de empleo. Antes del inicio del conflicto, en marzo de 2011, el textil empleaba al 40% de la mano de obra siria. Ahora, entre el 60% y el 70% de las compañías han sido destruidas o han suspendido actividades, mientras que el volumen de ventas ha caído 50%.
Por motivos de seguridad, la mayoría de las empresas que quedan han abandonado las grandes fábricas y han dividido su producción en varias localizaciones, con instalaciones más pequeñas.
“Además, se trabaja con cantidades menores por los problemas de transporte porque, por ejemplo, en Al-Hasaka se ubican los cultivos de algodón, mientras que las compañías de hilado están en Latakia e Idleb, en el este, y es difícil moverse por el país”, agrega Taki Edin.
Los gemelos Yauad y Yihad Zayat, propietarios de la firma de ropa infantil Flip Flap, explican que han trasladado su fábrica dos veces, para instalarse, finalmente en el distrito damasceno de Sinaa.
La mayor parte de la industria se concentra en Damasco y Alepo, aunque en esta segunda ciudad, la mayor del norte de Siria, se ha resentido por los combates.
“Alepo era conocida como la China de Oriente”, recuerda Yihad, que asegura que de las 250 empresas de teñido de textiles que existían allí, solo funcionan 20.
El futuro está fuera. Sin embargo, Flip Flap ha aumentado por cinco veces sus beneficios, en un contexto de subida generalizada de precios y por la caída de la libra siria, lo que ha favorecido la exportación, afirma Yihad.
Mohamed Jair Zibad, dueño de la empresa de lencería Rawan, ve claro que el futuro está en el exterior: “Dentro de Siria vendemos el 15% de nuestra producción; el resto, fuera”, a países árabes.
Al igual que sus compañeros, Zibad debió adaptarse a los tiempos de guerra, ya que su fábrica de Al-Kabun, en el sur de Damasco, fue tomada por revolucionarios.
Hay quienes han visto la oportunidad de hacer negocio pese al conflicto, como Amyad Tayar, de la firma de lencería Tema Ladies.
Hace dos años, Tayar, que tiene su compañía en Emiratos Árabes Unidos, abrió una filial en su pueblo natal, Safita, en la ciudad costera de Tartús. “Es más barato producir en Siria, los salarios son más bajos y no se pagan demasiados impuestos”, indica.