Islamabad. El primer ministro indio, Narendra Modi, en campaña electoral, apostó por la carta ofensiva, y su homólogo pakistaní, Imran Khan, por la de la paz. Ambos han salido políticamente vencedores, según los analistas, de una crisis entre las dos potencias nucleares que asustó al mundo.
Los disparos de mortero se han reducido desde el domingo en Cachemira, región montañosa que India y Pakistán se disputan desde su partición en 1947.
Pero la popularidad de Khan se ha disparado, pues más de 415.000 personas habían firmado este lunes a las 8:30 GMT (2:30 a. m. en Costa Rica) una de las dos peticiones en Change.org para pedir que sea nominado al premio Nobel por “sus esfuerzos de paz”, en medio de la tensión entre los dos vecinos.
El miércoles pasado, Khan instó a India al “diálogo” después de que el Ejército pakistaní afirmó haber abatido dos aviones indios, mientras Nueva Deli aseguró haber destruido un caza rival, lo que negó Islamabad.
Al día siguiente, anunció la liberación del piloto indio capturado en la parte pakistaní de Cachemira, presentándola como un “gesto de paz”. El piloto fue entregado el viernes a su país.
La estrategia de Imran Khan genera consenso en la clase política del país. El diario The News alude a un “raro ambiente de consenso entre el gobierno y la oposición”.
Modi “se parece a un minúsculo líder belicista mientras Khan aparece como un hombre de Estado”, estimó el analista pakistaní Mosharaf Zaidi, quien calificó de “increíblemente valiente” la decisión de liberar al piloto.
Manejo de la crisis
Imran Khan, excampeón de cricket y criticado por inconstancia desde su llegada al poder el verano boreal pasado, ha conseguido presentar a Pakistán como un Estado “más maduro, más pacífico” observó –por su lado– Huma Yusuf, del Wilson Center, un centro de investigación basado en Washington.
Pero aunque la crisis indo-pakistaní ha sido “gestionada con tacto,” la relación entre los dos países “ha empeorado”, consideró la experta. “Queda pendiente el desafío de reactivar el diálogo” entre ambos países, agregó.
Sobre todo porque, en India, la firme posición de Narendra Modi, en un contexto de campaña electoral donde aparecía con dificultades, parece haberle dado réditos.
Tras un atentado en la Cachemira india el 14 de febrero, reivindicado por un grupo extremista basado en Pakistán, que causó la muerte a más de 40 paramilitares, el nacionalista Modi afirmó que su “nueva India” daría una “respuesta fulgurante” al vecino musulmán.
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En todo caso, la estrategia de Modi –con bombardeos aéreos y pese a la incómoda captura de uno de sus pilotos– ha incrementado su apoyo popular.
El Partido del Congreso (oposición), que esperaba muy confiado la campaña electoral, no criticó los bombardeos en Pakistán, y únicamente lo hizo el hecho de no haber sido informado.
La prensa india también rivalizó en patriotismo. “Si India no hubiera sido vengada (...) estaría encolerizada y avergonzada” escribió el domingo Tavleen Singh, una conocida periodista, en el Indian Express.
Muchos encargados de sondeos aseguran que los bombardeos le dieron a Modi el empujón que necesitaba antes de las elecciones.
Para el politólogo Yashwant Deshmukh, el partido de Modi, el BJP, podría ganar 5% de electores gracias al fervor nacionalista que se apodera del país.
Y “Modi tiene la capacidad para mantener el frenesí nacionalista durante un tiempo”,aseguró en un editorial T. K. Arun, redactor jefe del diario The Economic Times.