Managua. La Prensa, el diario más antiguo de Nicaragua que ha sobrevivido a terremotos, bombardeos y censuras por sus críticas al poder, recuperó toneladas de papel y tinta retenidos por el gobierno de Daniel Ortega, esquivando con ello una amenaza de cierre.
En efecto, el gobierno liberó el jueves los insumos que mantenía embargados desde hacía 16 meses tras negociaciones con el diario mediadas por la Iglesia católica.
La medida “ha levantado una esperanza en la redacción, porque nosotros vivíamos esperando que en cualquier momento dejáramos de salir en la versión impresa”, afirmó el escritor Fabián Medina, jefe de información de La Prensa, que ha mantenido una posición crítica hacia el gobierno de Ortega, en el poder desde el 2007.
La crisis se inició en setiembre del 2018, cuando en medio de la violenta represión gubernamental contra una ola de protestas opositoras, la aduana bloqueó sin explicación la entrega de los materiales para la circulación impresa del periódico.
“La Prensa comenzó a reportar la represión, a criticar” y el gobierno en represalia bloqueó el papel, contó la periodista Leonor Álvarez.
Momento en que una de las bobinas de papel periódico es descargada del camión, que las trajo de donde estaban retenidas. >> https://t.co/KzQ7NksY4u pic.twitter.com/Ao2fXZ73B2
— LA PRENSA Nicaragua (@laprensa) February 8, 2020
Fueron 92 toneladas de papel periódico, tinta, planchas, gomas, revelador para rotativa, correas y repuestos que la Dirección General de Aduanas retuvo durante año y medio en sus bodegas, pese a que el diario había pagado los impuestos de importación.
La Prensa apeló la medida tres veces por la vía administrativa, pero no logró autorización para desalmacenar las materias primas.
El embargo “fue parte de una ofensiva generalizada para tratar de golpear las voces que lo desnudaban; a todo el periodismo lo quisieron callar”, subrayó Medina, en alusión a las agresiones, cierres y confiscaciones que sufrieron los medios críticos del gobierno, como el canal 100% Noticias y Confidencial.
Trataron de “matar lentamente” a La Prensa, pero “sobrevivimos”, festejó.
Desde su fundación en 1926, La Prensa ha enfrentado muchas censuras y cierres temporales bajo la dinastía de la familia Somoza (1937-1979) y luego durante la Revolución sandinista en los años 80.
En 1978, fue asesinado su director, Pedro Joaquín Chamorro, un férreo crítico de la dictadura somocista.
También tuvo que levantarse de los terremotos de 1931 y 1972, que destruyeron sus instalaciones.
Estrategia de asfixia
El bloqueo del gobierno de Ortega obligó al diario a pagar miles de dólares para mantener sus materiales en las bodegas fiscales, al tiempo que perdió anunciantes.
Para subsistir, La Prensa debió comprar otro tipo de papel en el mercado local a precios más altos, reducir de 16 a 8 sus páginas, paralizar las rotativas, imprimir en máquinas offset, suspender la circulación del suplemento Azote y despedir a más de la mitad de su personal.
Asfixiado, el periódico advirtió la semana pasada de que si la aduana no devolvía el papel, cerraría en cualquier momento la edición impresa.
Ello dio lugar a conversaciones con el gobierno, con la mediación del nuncio apostólico, Stanislaw Waldemar, y el posterior desbloqueo de los materiales.
"Hay una esperanza de que al menos podemos seguir ejerciendo nuestra profesión durante más tiempo, pero el papel solo es una parte de las dificultades que tenemos por la crisis económica y la represión" contra los periodistas, señaló la reportera Amalia del Cid.
Medina cree que el gobierno cedió para evitar que Nicaragua se convirtiera en el único país del mundo sin un periódico impreso.
El gobierno, que controla la mayoría de medios televisivos y radiales, forzó en el 2019 el cierre de El Nuevo Diario, el segundo de mayor circulación, así como los suplementos que circulaban bajo esa editorial.
Este viernes, la rotativa de La Prensa desempolvó las impresoras para comenzar en los próximos a imprimir con papel periódico.
En la sala de redacción, los 30 periodistas que sobrevivieron a la crisis respiraban con alivio.
“Estamos contentos que después de tanto tiempo de retención ilegal de papel nos hayan soltado el material”, manifestó la editora Yubelka Mendoza.