Cuatro islas de las Kuriles complican las relaciones entre Japón y Rusia

Archipiélago rico en protagoniza disputa territorial entre ambos países

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Vladivostok, Rusia. Ricas en minerales y peces, y garantes además del acceso de la flota rusa al océano Pacífico, cuatro islas del archipiélago de las Kuriles son todavía el meollo de una disputa territorial entre Moscú y Tokio, 70 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Este martes, el presidente ruso, Vladimir Putin, recibió en Moscú al primer ministro japonés Shinzo Abe para intentar reactivar las negociaciones sobre el archipiélago.

Estas cuatro islas son las más meridionales, y por lo tanto las más cercanas a Japón de una larga cadena de pequeñas ínsulas volcánicas, el archipiélago de las Kuriles, que se distribuyen formando un arco entre la península rusa de Kamchatka al norte y la gran isla japonesa de Hokkaido al sur.

Llamadas "Kuriles del Sur" por Rusia y "Territorios del Norte" por Japón, estas islas integran actualmente la región rusa de Sajalín (Extremo Oriente).

No obstante, para Japón dependen de la prefectura de Hokkaido, y están “ocupadas ilegalmente por Rusia”, lo que impide la firma de un tratado de paz entre los dos países.

En 1786, la emperatriz Catalina II reclama la soberanía sobre todo el archipiélago de las Kuriles, de acuerdo con un informe ministerial que afirmaba que estas islas fueron descubiertas “por navegantes rusos” y “sin lugar a dudas, deben pertenecer a Rusia”.

Sin embargo, en 1855, un primer tratado entre la Rusia zarista y Japón establece la frontera entre los dos países más allá de las cuatro islas más cercanas a Japón.

Veinte años más tarde, en 1875, un nuevo tratado cedió a Tokio todas las Kuriles, incluidas las islas ubicadas al norte de esa frontera.

El 18 de agosto de 1945, los soviéticos atacan el archipiélago de las Kuriles para anexarlo, incluidas las cuatro islas meridionales.

Desde Tokio se denuncia una injusticia, invocando el tratado de 1855. Por su parte, Rusia se apoya en la conferencia de Yalta, en febrero de 1945, en la cual Stalin habría obtenido del presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt la promesa de recuperar las Kuriles a cambio de su entrada en guerra contra Japón.

En 1956, cuando el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Japón, Nikita Jruschov se había comprometido a restituir las dos islas más pequeñas –Shikotan y Habomai–, a cambio de concluir un tratado de paz.

Aunque fueron reanudadas después de la caída de la Unión Soviética, en 1991, las negociaciones nunca tuvieron éxito.

Papel estratégico

A pesar de que la población actual del archipiélago no supera las 17.000 personas, según estadísticas oficiales, estas islas son “importantes desde todo punto de vista”, dice Valeri Kistanov, responsable del Centro de estudios japoneses del Instituto ruso del Extremo Oriente.

"Son muy ricas en aguas termales, minerales y metales raros, como el renio", utilizado para la fabricación de motores para aviones supersónicos (entre otros), explica.

"Pero la mayor riqueza" de estas islas, donde corrientes cálidas se encuentran con frías favoreciendo el desarrollo del plancton, "es la enorme reserva de peces", añade Kistanov.

Estas islas también tienen una importancia estratégica, señala: permiten el acceso permanente al océano Pacífico a los buques de guerra rusos con base en Vladivostok, a través del estrecho entre Kunachir e Iturup, que no se congela en invierno.

Finalmente, el control total de las islas protege al mar ruso de Ojotsk, más al norte, de una eventual incursión submarina.