Para un movimiento que ha demostrado que no le faltan voluntarios para misiones suicidas, la publicidad internacional de una operación como la lanzada el sábado en el centro comercial Westgate tiene un valor inestimable y, al mismo tiempo, es fácil de organizar, señalan.
“Los shebab pierden terreno en Somalia, ya no son tan fuertes como antes”, explica el británico Alex Vines, director del programa África del instituto de investigaciones londinense Chatham House. “Un ataque como este los mantiene en la actualidad. El objetivo es sacar de él la mayor publicidad, demostrar que mantienen sus capacidades operacionales y que son capaces de organizar un ataque terrorista espectacular fuera de Somalia”, agregó.
El objetivo del comando de unos diez hombres armados con armas automáticas y granadas no es tomar rehenes y luego negociar, sino matar la mayor cantidad de “infieles” posible y resistir el mayor tiempo a las fuerzas que los enfrentan.
Frédéric Gallois, exjefe de la gendarmería de Francia, dice que ese tipo de ataque apunta a “obtener con la duración un efecto más terrorífico que un atentado”.