En la zona volcánica Cordón Caulle, a unos 1.000 kilómetros al sur de Santiago, se localiza el volcán Puyehue, en la región de Los Lagos, que causó la emergencia.
En Chile, se debió evacuar más de 22 localidades cercanas al macizo y más de 3.500 personas siguen en albergues o casas de familiares o amigos. Aún quedan muchas personas que se niegan a abandonar sus viviendas por temor a los robos y porque no quieren abandonar su ganado.
En el caso argentino, ayer densas nubes color plomo ocultan el sol en Bariloche, el más popular centro de turismo invernal, y echan sombras sobre su paisaje de ensueño, entre montañas, espejos de agua y bosques, a 1.600 kilómetros de Buenos Aires.
“La gente se llevaba de a 30 cubrebocas”, relata el encargado de la farmacia De Miguel en el centro de la ciudad, de unos 140.000 habitantes, donde cientos de turistas se encierran en los hoteles.
Cuenta el farmacéutico que los pobladores “se molestaron cuando intentamos restringir la cantidad de cubrebocas por cliente, por lo cual vendimos todo y cerramos las puertas”, agregó.
Muchos habitantes de Bariloche también empezaron a usar “pañuelos y bufandas”, informó la Defensa Civil. Después del pánico por la lluvia de arena que se descargó el sábado al entrar en actividad el volcán Puyehue, la ciudad amaneció a un ritmo lento, bajo alerta por si vuelven las precipitaciones.
“Se vino una nube negra y pensamos que era una tormenta, pero de inmediato nos dimos cuenta que era ceniza. Lo tomamos como parte de la diversión y del paseo”, narra Norma, coordinadora de un grupo de 50 turistas, sorprendido por el fenómeno en la cima del cerro Campanario, un tradicional circuito.
El viento trajo la arena a Bariloche a través de la cordillera de los Andes y la esparció por otros centros turísticos de la Patagonia, como San Martín de los Andes, Junín de los Andes, Piedra del Águila, El Bolsón y villa La Angostura.
No obstante, el viento también hizo viajar la nube cientos de kilómetros en dirección oeste-este, hasta alcanzar ayer a Bahía Blanca, ciudad de fuerte actividad comercial, portuaria e industrial, a 680 km al sur de Buenos Aires.
“Es prematuro hablar de perjuicios en el turismo, pero es clave que el aeropuerto se habilite lo antes posible”, señala el secretario comunal de Turismo, Daniel González.
Mientras tanto, las escuelas y oficinas públicas siguen vacías por orden de las autoridades, mientras que los vecinos y comerciantes limpian sus veredas a fuerza de paladas, carretillas y equipo especial. Además, cuatro aeropuertos cerraron ayer.
La ciudad no vive una situación similar desde 1960 cuando el terremoto de Valdivia en Chile despertó varios volcanes y afectó el lado argentino.