París. AFP. Los candidatos a las elecciones presidenciales en Francia se relajaban ayer, en la víspera de una primera vuelta que dejará probablemente para el duelo final, el 6 de mayo, al actual presidente Nicolás Sarkozy, y al socialista François Hollande, favorito en los sondeos.
Las votaciones comenzaron ya ayer para los cerca de 900.000 franceses residentes en los territorios de ultramar y en el continente americano. En Montreal (Canadá), que cuenta con 44.000 electores franceses, se formaron colas de espera desde la apertura de las oficinas de voto.
En total, cerca de 45 millones de franceses están llamados a elegir a los dos candidatos, de entre 10, que se enfrentarán en la segunda vuelta.
Desde la pasada medianoche los diez candidatos que concurren a estos comicios no pueden hablar públicamente hasta el domingo a las 8:00 p. m. local, momento en el que cerrarán las oficinas de voto en las grandes ciudades de Francia.
La mayoría de los aspirantes han decidieron pasar la jornada de ayer en sus feudos electorales. Así, Hollande se paseó bajo la lluvia por un mercado en Tulle (Corrèze, centro), capital de la región de la que es presidente.
Los sondeos dan a Hollande como vencedor, incluso en la segunda vuelta, con una media del 55% de los votos, lo que le convertiría en el segundo presidente socialista de la V República francesa, tras François Mitterrand (1981-1995).
Pero Hollande insistió en la última semana que no todo está decidido y animó a sus votantes a movilizarse desde la primera vuelta, donde los sondeos le dan ligera ventaja sobre el presidente saliente Nicolás Sarkozy (28% contra 26%).
El exjefe del Partido Socialista entre 1997 y 2008, insistió durante la campaña que sus prioridades serán el empleo y el crecimiento económico, para llegar al equilibrio presupuestario en 2017.
Pero su gran acierto ha sido hacer olvidar su falta de experiencia gubernamental, para convertir la elección presidencial en una especie de referéndum contra el balance de Sarkozy.
Errores. Sarkozy, a su vez, reconoció durante la campaña diversos errores, pero eso no le ha servido para quitarse de encima la imagen de “presidente de los ricos” al que el cargo le vino grande.
El candidato conservador basó su campaña en la seguridad y en la inmigración y se presentó como el único candidato que puede evitar que Francia acabe económicamente como Grecia.
Detrás de los dos favoritos se sitúan la dirigente de la extrema derecha, Marine Le Pen, de 43 años, y el candidato de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, de 60.
Ambos encarnan el voto de protesta y se disputan el tercer puesto en los sondeos, con cerca del 15% de intención de voto.
En su primera candidatura a unas presidenciales, Le Pen ha resistido al intento de Sarkozy de atraer a su electorado, pero parece difícil que logre pasar a la segunda vuelta como lo logró su padre, Jean Marie Le Pen, en 2002.
Mélenchon se convirtió en la gran sorpresa de la campaña, con mítines multitudinarios con los que eclipsó al resto de candidatos de extrema izquierda: la ecologista Eva Joly ( 3% de intención de voto), el anticapitalista Philippe Poutou y la trotskista Nathalie Arthaud (1% para cada uno).
Todos estos votos, supuestamente, irán a parar a Hollande en la segunda vuelta. Sarkozy, en cambio, parece que sólo puede contar, para un segundo turno, con una parte de los electores de Le Pen y del centrista François Bayrou, quien se sitúa en los sondeos en cuarta posición, con entre un 10 y un 12% de los votos.
Los otros dos candidatos son el soberanista Nicolás Dupont-Aignan (2% de votos, según los sondeos) y el casi desconocido Jacques Cheminade (0,5%).
La prensa francesa consideraba ayer que falta por aclarar la tasa de abstención, que podría superar el 25% (16% en 2007).