Brasil es el país con más católicos del planeta, pero desde hace varias décadas la cifra está en franco descenso y existe el temor de que ocurra aquí y en la región lo mismo que en Europa, donde los seminarios de formación de sacerdotes están semivacíos.
¿Quién será el encargado de guiar a la Iglesia católica, sacudida por la crisis de denuncias de pedofilia, escándalos de corrupción y una creciente competencia, tras la renuncia de Benedicto XVI, férreo defensor de la ortodoxia?
“Poco importa si el próximo Papa es brasileño, filipino, aunque difícilmente sea un no europeo. Quiero un hombre abierto al diálogo con el mundo moderno, al diálogo interreligioso (...). La Iglesia católica mantiene vestigios medievales, no llegó a la modernidad, y tiene dificultad con el mundo digital”, dijo e l fraile dominicano y escritor Frei Betto, amigo del expresidente cubano Fidel Castro y del exgobernante brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
Para Paulo Fernando Carneiro de Andrade, profesor de Teología de la Universidad Católica de Río de Janeiro, es preciso un papa que promueva “la descentralización” y “una mayor apertura a la pluralidad cultural, que sea menos eurocéntrico, que acabe con las posturas eclesiásticas uniformes”.
“El origen geográfico (del nuevo papa) no es una cuestión esencial (...). La cuestión es estar preparado para (enfrentar) el desafío de la posmodernidad”, estimó el arzobispo de São Paulo, Odilo Scherer, uno de los 118 cardenales del mundo que pueden suceder a Benedicto XVI y uno de los cinco “papables” brasileños.