Santa Rosa del Monday, Paraguay. AFP. Armando Feix sabía que no se equivocaba cuando decidió dejar su Brasil natal para asentarse en el sureste de Paraguay hace 40 años: la selva era impenetrable, no había caminos, el precio de los cereales era bajo, pero las tierras, baratas y fértiles, auguraban bonanza.
“Había mucha propaganda del Gobierno. Incluso se hablaba de que Paraguay era la Suiza de América del Sur”, recuerda el productor de 71 años en su casa en Santa Rosa del Monday, en Alto Paraná, a 70 kilómetros de Brasil.
En 1973, cuando Feix emigró, el dictador paraguayo Alfredo Stroessner promovía la conquista del este para impulsar el intercambio con Brasil. El puente de la Amistad sobre el río Paraná, inaugurado en 1965, alentó la colonización de la jungla paraguaya.
Oro en la selva. Como Feix, miles de brasileños de origen europeo compraron entre 1960 y 1970 terrenos en Alto Paraná o en Canindeyú. En 40 años vencieron la espesura y el aislamiento, y convirtieron el monte tropical en “oro verde”, la zona de mayor producción agrícola de Paraguay , en especial de soja.
Los llamados “brasiguayos”, estimados en poco más del 10% de la población de Paraguay, se atribuyen el 80% de la producción agrícola del país, responsable del 40% del crecimiento económico nacional.
“Muchos de los productores vinieron solo con su mochilita en la espalda y hoy tienen 100 o 200 hectáreas”, asegura Sergio Lahr, ingeniero agrónomo de 40 años que habla con fuerte acento portugués.
Lahr representa la pujante nueva generación de “brasiguayos”, la de hijos de brasileños emigrados, nacidos en Paraguay, impulsores de la mecanización y el desarrollo tecnológico agrícola y defensores de los cultivos transgénicos.
Al igual que sus padres, reclaman “paz y tranquilidad” al Gobierno para seguir trabajando sus tierras, que fueron motivo de conflicto durante el gobierno del expresidente Fernando Lugo (2008-2012) , cuando se los acusó de no respetar la franja fronteriza de seguridad de 60 km, que por ley no debe estar en manos extranjeras.
Hubo invasiones de propiedades por parte de grupos de campesinos sin tierra sustentados por autoridades. Destituido por el Congreso en junio de 2012, días después de la muerte de 17 personas en enfrentamientos durante el desalojo de una propiedad en Curuguaty, Lugo fue acusado por los “brasiguayos” de sembrar el terror entre ellos por las amenazas de invasiones.