El Ministerio alemán de Agricultura hizo un cierre preventivo de 4.709 granjas y centros de alimentación animal, aunque la mayoría están en Baja Sajonia.
Es en esta región, cerca de Hanóver, se entregó entre noviembre y diciembre grasas contaminadas del grupo Harles und Jentzsch, que originaron la emergencia y ahora investigación.
Harles und Jentzsch, con sede en Uetersen (ciudad de Schleswig-Holstein) suministró por meses 3.000 toneladas de grasas tóxicas a 20 fabricantes de forraje.
Así, las ventas de 4.709 empresas afectadas, que se dedican sobre todo a criar cerdos, se suspenden hasta que se pruebe la ausencia de contaminantes en sus productos, indicó el Ministerio.
El presidente de la Federación alemana de Agricultores y Ganaderos, Gerd Sonnleitner, cifra entre 40 y 60 millones de euros las pérdidas semanales de los ganaderos afectados por el cierre.
La medida se extiende en ocho de 16 estados regionales en un país con 375.000 granjas y explotaciones agroalimentarias.
Se calcula que 150.000 toneladas de forraje destinado al ganado se contaminó, según el Gobierno.
El Ministerio de Agricultura se refirió ayer a “indicios que sostienen más bien un origen criminal en el escándalo “.
El Ministerio de Agricultura local aseguró que los productos de la empresa contenían ya en marzo del 2010 elevadas proporciones de dioxinas, pero la compañía se abstuvo a hacer públicos los análisis.
Las dioxinas, residuos de la combustión, industrial o natural, han sido clasificadas como sustancias cancerígenas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su absorción en pequeñas cantidades no constituye un peligro inmediato, pero el cuerpo humano las elimina con dificultad.
Análisis de laboratorio publicados el jueves confirmaron una contaminación por dioxina de grasas alimentarias producidas por Harles und Jentzsch, con tasas hasta diez veces superiores al 0,75 nanogramos por kilo autorizado por las normas alemanas.
También se detectó contaminación por dioxina en huevos.
Desde ahí, el seguimiento a los alimentos contaminados condujo a Holanda adonde se exportaron 136.000 huevos sospechosos, y a Gran Bretaña adonde también se enviaron productos fabricados a partir de esos huevos.
La Agencia de Seguridad Alimentaria del Reino Unido descartó cualquier tipo de riesgo para la salud de los consumidores británicos, ya que los huevos sospechoso fueron mezclados con sanos.
Esto “diluyó los niveles de dioxina y no constituye riesgo para la salud”, dijo la FSA el jueves.