Hoy, 5 de febrero, el Muro de Berlín cumple tanto tiempo de derruido como el que duró erigido. El muro no fue derrumbado. Se cayó. Pero no se cayó solo. Se cayó por presión intelectual. Se cayó por las vibraciones que emana el espíritu ciudadano.
Hoy ya hay nuevos diputados electos. ¿Hacia dónde deberíamos dirigir nuestras vibraciones de espíritu ciudadano? Ayer votamos. Acto valioso, no suficiente. Ahora tenemos que respaldar el voto. Perfeccionar el acto de elegir. Convertirlo de un ritual en un compromiso. De participación pasiva en participación activa.
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Existen un difundido consenso sobre ineficiencia del Poder Legislativo, más conciencia sobre los problemas, un acuerdo nacional entre partidos con representación legislativa, facilitado por Roberto Artavia y Miguel Gutiérrez. Y contamos con la ilusión y las nuevas energías del recién llegado, que ojalá sobrepasen en efectos a los de la inexperiencia.
Es tiempo para aprender. Para darse cuenta de que el protagonismo no debe ser mediático sino esencial, medular, cardinal. Para intentar hacer alianzas, exponer, razonar, convencer. Para señalar y tener claros los indicadores clave de desempeño. No se puede ser buen diputado si no se tiene claro y detallado en qué consiste serlo. Es tiempo para utilizar el volante para mejorar el rumbo y no el freno para no ir a ninguna parte. Si han de meter la pata, métanla en el acelerador.
Conviertan la Asamblea en un parlamento. En un espacio donde la palabra esté comprometida con la sindéresis. Den motivo para esperar que esta nación podrá alcanzar la excelencia institucional a la que parecía estar destinada.
Con 15 diputados juiciosos que logren convencer a otros quince, se crea una mayoría. ¿Será mucho pedir en una nación que se ha distinguido por su madurez cívica e institucional? El Muro de Berlín cayó ante la fuerza de lo justo, de lo juicioso. Hagan caer el muro que nos obstaculiza orientando su acción hacia el bien común.
Esta campaña ha sido ominosa. Hay un reloj marcando el ritmo hacia una implosión institucional. Diputados: siéntanse responsables, individualmente, de detener ese curso de colisión. No juren en vano cumplir fielmente los deberes de su destino.