Lo vivido en las últimas semanas demuestra que atravesamos la crisis económica y fiscal más seria de los últimos cuarenta años. La pandemia vino a transformar el orden mundial y todavía no existe claridad en cuanto a lo que falta por venir o al tiempo que tomará al menos iniciar la recuperación.
En estas circunstancias, la sociedad se ha polarizado en diversidad de opiniones, reacciones, actitudes e ideas. Tanto en medios de comunicación como en redes sociales es notoria la oposición y la resistencia a las medidas que originalmente anunció el gobierno. Pero, ¿realmente hemos comprendido la gravedad y los alcances de la crisis en que nos encontramos?
Un protagonista de una serie televisiva de principios de los setentas expresó una vez la idea de que “antes de conocer las respuestas, debemos entender las preguntas”. La falta de comprensión de la crisis económica nos está llevando a otra crisis tal vez más grave, la cual se manifiesta finalmente en bloqueos, disturbios, enfrentamientos en las calles, vandalismo, daños e incluso heridos.
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Lo que se puede captar a nivel social es una especie de réplica de la llamada “edad del NO”, común en menores de dos a cuatro años de edad, cuando la respuesta que brindan los niños a todo su entorno es la palabra “No”.
Así, notamos oposición total a nuevos impuestos, oposición a cambios en materia de gasto público, oposición a leyes que modifiquen el empleo público, oposición a la venta de bienes del Estado, oposición al cierre de entes públicos, oposición a los préstamos que pudiesen brindar organismos internacionales.
Todo es “no”, todas las ideas del gobierno han sido rechazadas y algunos dirigentes de los movimientos que bloquean las calles piden algo y cuando lo reciben dicen que no es suficiente y que seguirán los cierres.
La gran crisis de ahora consiste en que el país está paralizado y no hay ni soluciones ni salidas. La falta de recursos públicos ya nos alcanzó y todavía no tenemos una respuesta para ello; pero además no existe disposición por parte de la mayoría de la población en cuanto a considerar y analizar alternativas.
Si lo que pretendemos es oponernos a todo y que no cambie nada, estamos juntando las dos crisis: la que ha provocado la pandemia y la que se deriva de la falta de comprensión del problema económico de fondo.