El mundo financiero ha avanzado bastante desde que Chipre fuera, brevemente, el epicentro de la ansiedad de los mercados. Hace dos años este mes, quebraron en masa los bancos del país; se había racionado el dinero en los cajeros automáticos y la integridad de la eurozona estaba en la cuerda floja.
Sin embargo, después de una polémica recapitalización interna, negociada internacionalmente, en la que, por primera vez, se obligó a muchos depositantes a ayudar a pagar un rescate de la eurozona, quienes formulan las políticas en Europa pronto cambiaron el centro de su atención a otros problemas.
No obstante, Christos Savvides, director administrativo de una agencia de publicidad en Nicosia, la capital otrora en auge, no puede darse el lujo de olvidarlos. Los recordatorios cotidianos incluyen las filas en las tiendas en el centro de la ciudad que alguna vez vendieron ropa de marcas de lujo, y ahora están vacías. En una agencia automotriz paralizada, un sedán Laguna de Renault, bajo una gruesa capa de polvo, sigue en exhibición detrás de sucias ventanas.
Savvides perdió cientos de miles de euros que había depositado en bancos chipriotas, un dinero que se confiscó en el programa de rescate para cubrir las pérdidas de los bancos.
Dos años después, su experiencia y la de miles de chipriotas más que se vieron envueltos en la crisis, ofrecen lecciones que pronto podrían aplicarse a Grecia, si no puede llegar a un acuerdo con sus acreedores.
En retrospectiva, está claro que los dirigentes europeos, los acreedores internacionales y los reguladores de la banca podrían haber hecho más para limitar la turbulencia económica causada por haber confiscado parte del dinero de los depositantes por encima del nivel de los 100.000 euros que cubría el seguro de los depósitos, un umbral cercano a $105.000, al tipo de cambio actual.
De hecho, es probable que con la nueva ley de la Unión Europea, elaborada después de la crisis, Savvides se hubiese exonerado porque, de hecho, en su caso, sus depósitos pertenecían a sus clientes. Sin embargo, esa ley se aprobó demasiado tarde para él.
Lecciones. Una lección sorprendente podría ser que los controles del capital –restricciones sobre los retiros y las transferencias de dinero fuera del país – no eran tan perjudiciales como se temía, pero sí ayudaron a prevenir que saliera más dinero de Chipre. En todo caso, dicen algunos economistas, las restricciones debieron aplicarse con anterioridad, antes de que huyeran muchos inversionistas más grandes y sofisticados. Recientemente, el dinero extranjero regresa poco a poco a Chipre, incluida una apuesta de Wilbur L. Ross, Jr., inversionista estadounidense conocido por su gusto por los casos difíciles.
Chipre también representa lo que muchos europeos ven con insensibilidad en Bruselas, y en Fráncfort y Berlín en Alemania, hacia personas como Savvides que deben padecer las consecuencias del manejo de la crisis en la eurozona. Entre los chipriotas, la opinión generalizada es que, como un país de menos de un millón de habitantes, geográficamente más cercanos a Oriente Medio que a Europa, así como con fama de ser refugio para el dinero ruso, los utilizaron como conejillos de Indias para probar políticas nuevas y mal concebidas.
“Fue un experimento”, dijo Antonis Paschalides, abogado y exministro del Gobierno chipriota, quien demandó a la Comisión Europea y al Banco Central Europeo en nombre de Savvides y otros que dicen que les confiscaron ilegalmente sus depósitos.
Chipre ha sobrevivido y le está yendo mejor de lo que se esperaba, de acuerdo con algunas mediciones. Sin embargo, la situación económica sigue siendo terrible.
El desempleo, si bien bajó de un punto máximo de 16,6% en diciembre, todavía está arriba de 16%. La economía se redujo 0,7% en el cuarto trimestre del 2014, en comparación con el trimestre anterior, el peor desempeño en la Unión Europea. Y más de la mitad de los préstamos bancarios sin saldar en Chipre están clasificados como no rentables, un legado de la crisis y un obstáculo enorme para el crecimiento.
John Hourican, el director ejecutivo del Banco de Chipre, el banco comercial más grande del país y de los pocos que quedaron tras la crisis del 2013, admitió que el nivel de los créditos dañados era “dolorosamente elevado”.
Los cuentahabientes del Banco de Chipre perdieron casi la mitad de su dinero por arriba del nivel de los 100.000 euros y, como compensación, recibieron acciones del banco. Estas han perdido mucho valor desde entonces.
Los depositantes no asegurados en el Banco Laiki, también conocido como Banco Popular de Chipre, la segunda entidad crediticia más grande del país, perdió todo porque quebró. Funcionarios europeos arguyen que si los depositantes en Chipre no se hubieran visto obligados a pagar, los contribuyentes habrían tenido que hacerlo en su lugar.
“Compartir la carga con los inversionistas privados no solo era inevitable, sino que también redujo en forma significativa el impacto financiero en los contribuyentes chipriotas y protegió a la gran mayoría de los depositantes”, dijo Benoi Coeuré, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, en una entrevista reciente con Politis, un periódico chipriota.
Mejoría. No todas las noticias de Nicosia son malas. Subieron los depósitos en el Banco de Chipre en el cuarto trimestre, con lo que se revirtió la fuga de dinero que comenzó antes de la crisis. Y se levantarán en abril las últimas restricciones sobre las transferencias de dinero fuera de Chipre, impuestas hace dos años, dijo Chrystalla Georghadji, gobernadora del banco central del país.
Una persona que es optimista respecto de Chipre es Ross, el inversionista estadounidense, quien también ha puesto dinero en bancos maltrechos de Irlanda y Grecia. Ross, a quien eligieron vicepresidente del Banco de Chipre en noviembre, encabeza un grupo de inversionistas que, juntos, son dueños del 18%.
La apuesta en el banco es una apuesta por el país, dijo Ross. En conferencia telefónica desde Florida, argumentó hace poco que la economía chipriota tiene fortalezas fundamentales, incluidos un sector turístico infraexplotado y potenciales depósitos de gas natural en el litoral.
No obstante y a pesar de las promesas de los banqueros en cuanto a que no les interesa desalojar a las personas de sus casas, ni obligar a que cierren los pequeños negocios, hay una profunda inquietud entre los chipriotas por lo que sucederá cuando una nueva legislación les dé a los bancos más poder para perseguir a los deudores.