Fráncfort.
El Banco Central Europeo decidió prolongar su programa de compra de deuda para apoyar a la economía europea hasta finales del 2017, aunque en volúmenes más modestos, una decisión inesperada que podría constituir el inicio de una política monetaria más restrictiva en la zona euro.
El consejo de gobernantes de la institución de Fránfort ha decidido continuar su vasta compra de deuda pública y privada, actualmente fijada en 80.000 millones de euros por mes por lo que queda del 2016, y después prolongará el programa hasta finales del 2017 a un ritmo de 60.000 millones de dólares mensuales.
Las compras podrán ser extendidas más allá de esa fecha "si es necesario" indicó el Banco Central.
Estas inyecciones masivas de dinero en la economía, medidas excepcionales puestas en marcha por el BCE, tienen por objetivo estimular el crecimiento en la zona euro.
"El BCE acaba de sorprender al anunciar que iba a extender su programa de Expansión Cuantitativa (Quantitive Easing en inglés) al menos nueve meses", reaccionó Carsten Brzeski, economista de ING Diba.
"Incluso sin llamarlo 'tapering', el BCE acaba de anunciar un tapering", consideró, aludiendo al término que designa una reducción de la compra de deuda y marca de forma más global el inicio de una política monetaria más restrictiva.
"No se ha discutido un 'tapering'", insistía en una rueda de prensa posterior en Fráncfort el presidente de la entidad, Mario Draghi.
En cualquier caso, la política del BCE aún es acomodaticia y lo seguirá siendo en los próximos meses, incluso si el volumen de compra de títulos es más limitada.
Además, tal y como estaba previsto, mantuvo su principal tipo de interés al nivel históricamente bajo del 0%. El tipo marginal de crédito continuará en el 0,25%, como llevaba desde el pasado marzo, mientras que el tipo de depósito, que entró en territorio negativo por primera vez en junio de 2014, se sitúa ahora en -0,40%.
El BCE sigue preocupado por una inflación demasiado baja en la zona euro. Con el 0,6% en un año en noviembre, se aleja de su objetivo de algo menos del 2%.
El Banco Central es consciente de que los riesgos geopolíticos actuales podrían entorpecer el crecimiento europeo de cara a una recuperación.
Los eventos recientes muestran que estos se han convertido en "la fuente de mayor incertidumbre para los próximos meses", había declarado Draghi en una intervención a finales de noviembre ante el Parlamento Europeo en Bruselas, en referencia al Brexit y a la elección de Donald Trump, partidario del proteccionismo.
El impacto económico de la decisión de Reino Unido de salir de la Unión Europea y de la llegada de Trump al poder aún siguen siendo inciertos.
Este jueves, la institución bancaria aumentó ligeramente sus previsiones de crecimiento y de inflación de la zona euro para 2017, respectivamente, del 1,7% y 1,3%, frente al 1,6% y 1,2% que calculaba hasta ahora. Para 2018 el crecimiento será del 1,6% y la inflación del 1,5%, según la entidad.
La incertidumbre en Italia, después de que el primer ministro Matteo Renzi dimitiera por el fracaso de su referéndum constitucional del pasado domingo 4 de diciembre, tampoco resulta tranquilizadora, además en un momento de grave crisis bancaria para ese país.
Y más globalmente, el avance del populismo en Europa preocupa a pocos meses de que se celebren elecciones en Holanda, Francia y Alemania.