Los músicos se enfrentan al desafío de encontrar una fórmula que logre insertarlos en el mercado laboral, pero el reto no es fácil, ya que el país cuenta con pocas instituciones que pueden ofrecer puestos de trabajo estables. Ante la escasa oferta, la opción es emprender o implementar un modelo de negocios que les permita generar ingresos.
Los artistas deben de resolver su situación laboral en una nación que experimentó una tasa de desempleo del 10,3% durante el primer trimestre del año y es el porcentaje más alto desde el segundo trimestre del 2013, según la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Inec).
La necesidad de emprender está relacionada con las particularidades del mercado que es muy pequeño comparado con otros países que tienen una sólida industria musical, como es el caso de México, Argentina o Estados Unidos.
El CNM emplea a 75 profesionales en la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) y a 60 para brindar clases en el Instituto Nacional de la Música (INM). Pero las opciones para que un músico pueda ingresar a esa entidad son escasas, poque las contrataciones se realizan en caso de que exista un despido, una defunción o que algún colaborador se acoja a la pensión. Foto de: Diana Méndez (Diana Mendez)
Las instituciones públicas o universidades pueden ofrecer un trabajo estable a lo largo del tiempo, sin embargo, esta posibilidad es muy limitada. El Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) emplea a músicos en varios de sus instituciones adscritas como la Dirección General de Bandas, el Centro Nacional de la Música (CNM) y el Sistema Nacional de Educación Musical (Sinem).
En el caso del CNM emplea a 75 profesionales en la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) y a 60 para brindar clases en el Instituto Nacional de la Música (INM). Pero las opciones para que un músico pueda ingresar a esa entidad son escasas porque las contrataciones se realizan en caso de que exista un despido, una defunción o que algún colaborador se acoja a la pensión.
Por la coyuntura económica y fiscal que vive el país, las plazas de los funcionarios que renuncian no se reponen sino que se congelan.
La Escuela de Artes Musicales (EAM) de la Universidad de Costa Rica (UCR) tiene en planilla a 76 músicos para que brinden clases en las carreras de ejecución de instrumento como piano, violín, cello, guitarra, canto, viola o percusión.
Para los cursos libres, que están dentro del Programa de Vicerrectoría de Acción Social, el centro universitario contrata a 25 músicos de manera bimestral.
Mientras que la facultad de música de la Universidad Nacional (UNA) cuenta con una planilla de 39 profesionales para impartir los cursos de educación superior.
Una de las particularidades del sector es que algunos de los artistas que deben de enfrentar las difíciles condiciones del mercado, cuentan con un alto grado de profesionalización.
Tal es el caso de María Rudín, quien estudió bachillerato en Educación Musical en la UNA y luego partió hacia el conservatorio de Perugia en Italia para cursar la carrera de interpretación del canto.
Tras casi diez años de especialización en Europa, Porras obtuvo el grado de maestría pero a su regreso se encontró con las dificultades del mercado. Actualmente imparte clases privadas en el Laboratorio John Lehmeyer y en la Escuela Municipal de Música de Santo Domingo (Emusa).
Este año la soprano debutará como solista en la obra Don Giovanni de la Compañía Lírica Nacional y aunque la temporada de ópera constituye una importante oportunidad laboral para los intérpretes líricos, esta se da solo una vez al año.
Emprender es la opción
Guillermo Madriz, máster en administración de la música y saxofonista, afirma que, además de la docencia, los músicos tienen posibilidad de crecer en tres grandes áreas: la composición, las grabaciones discográficas y la ejecución de música en vivo.
“El músico debe aliarse con profesionales de otras áreas y debe entender que el talento no es suficiente, se requiere planificación, estrategia y mucha convicción para que las puertas se puedan abrir poco a poco”, indicó Madriz.
Un conocido caso de emprendimiento es la Orquesta Filarmónica de Costa Rica que cuenta con 15 años de trayectoria y nació para ampliar la oferta musical en el país. La agrupación contrata a cerca de 100 personas para sus espectáculos bajo la modalidad de contrato temporal.
La Filarmónica ofrece 40 conciertos al año con un variado repertorio de rock en español, pop y además espectáculos con artistas internacionales como Natalia Lafourcade o Jarabe de Palo.
Otro emprendimiento es Laus Deo Corporation, empresa que emplea 20 profesionales que brindan servicios musicales a 4.000 estudiantes en nueve escuelas privadas de Cartago, San José, Heredia y Alajuela. El modelo de negocios se enfoca en cuatro áreas: educación, impresión de libros educativos, producción artística e interpretación coral.
“Es un outsourcing que se ofrece a escuelas y colegios del país, ofrecemos un programa musical con estándares internacionales que está alineado con el programa del Ministerio de Educación Pública (MEP) y programas de Estados Unidos”, comentó Fabián Zamora director general de Laus Deo Corporation.
A pesar de que emprender es la opción para generar ingresos, muchos profesionales descubren la fórmula poco a poco.
“Hemos aprendido en el camino a prueba y error. Llevamos un curso de emprendedurismo en el Tecnológico de Costa Rica (TEC) sobre cómo crear un negocio y fue difícil. Cuando presentamos nuestro modelo de negocio, nos decían ¿cómo van a generar dinero?”, afirmó Ana María Aguilar, vocalista de la agrupación Half Tangerine.
El aporte del sector música a la economía nacional es importante, aunque el país carece de datos actualizados. En el 2012 el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) anunció que el aporte de las actividades culturales fue de $1,56 millones, lo que representó el 2,3% del Producto Interno Bruto (PIB). Una cifra que fue casi un punto porcentual superior que el aporte de la industria del software e informática.