Como consecuencia del crecimiento de las ciudades, los espacios para vivienda y oficinas se reducen cada vez más. Ante esto, personas particulares y empresas pequeñas y medianas buscan alternativas para tener más espacio para guardar sus artículos o productos, sin que esto implique aumentar considerablemente los costos en alquileres.
Como respuesta a esa necesidad, en diferentes partes del mundo han surgido las minibodegas, una industria que opera de forma sencilla, que ofrece flexibilidad en los tamaños y, sobre todo, ágiles procesos de contratación que se concretan en un mismo día.
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Esta industria trabaja bajo el modelo de self storage o autoalmacenaje, donde las personas pueden rentar espacios de distintos tamaños, según sus necesidades, para guardar diferentes tipos de bienes, siempre y cuando no sean ilícitos, inflamables, o tóxicos.
En Costa Rica, esta actividad no es extraña, pues estos almacenajes se han convertido en una extensión de las casas para preservar objetos de valor, principalmente sentimental, así como en un aliado estratégico para pequeñas empresas que no disponen de grandes sitios para guardar todos sus productos o mercancías.
“A pequeños negocios les sale mucho más rentable estar con una bodega fuera de sus instalaciones, es mucho más barato tener un lugar en el que se comparten los servicios. Es un concepto nuevo, pero es un servicio que se está volviendo muy atractivo”, mencionó Luis Troyo, propietario de Mini Bodegas del Este, quien agregó que 60% de sus clientes son empresas y el 40% son personas particulares.
Henry Anchía, dueño de la firma Urban Storage, afirmó que desde hace tres años incursionaron en el negocio del minibodegaje, enfocándose en las pequeñas y medianas empresas como nicho de mercado, aunque también dan servicios a individuos particulares.
Según Anchía, en su negocio han almacenado objetos de personas que están en remodelaciones, que se pasan a vivir a un lugar más pequeño o artículos heredados por familiares, los cuales tienen valor más sentimental. En el caso de las empresas, algunas incluso manejan todo el inventario en Urban Storage.
“Esto les permite tener un negocio un poco estacionario, entonces dependiendo de la estación pueden alquilarnos dos o tres bodegas más, y luego, si les baja el producto, desocupan el espacio, lo que les da una flexibilidad importante en sus costos”, resaltó Anchía.
Mike Lukowiecky, de la empresa LoQ Storage, manifestó que su proyecto de minibodegas tiene entre sus clientes a negocios y personas con un perfil de ingresos alto, pues sus instalaciones se ubican en Avenida Escazú. “Decidimos concentrarnos en la parte más alta del mercado, que busca una experiencia y no nada más el espacio”, afirmó.
Estas empresas ofrecen en sus sucursales distintos formatos de minibodegas, que van desde dos metros cuadrados (m²) hasta espacios un poco más grandes, de hasta 22 m², con contratos mensuales, aunque también manejan ofertas para personas que pagan por adelantado o que permanecerán por tiempos prolongados.
Los precios de la renta mensual dependen de factores como la ubicación de las instalaciones del proveedor del servicio, así como del tamaño de la bodega, pero van desde los $35 en los espacios más pequeños, hasta los $355 en las minibodegas de mayor tamaño.
Ubicación es clave
La mayoría de negocios de minibodegas ven en la ubicación un aspecto clave para tener éxito, por lo que están en puntos estratégicos de la Gran Área Metropolitana, justamente donde los espacios de vivienda y oficina son más costosos o limitados.
“La ubicación de nosotros (Avenida Escazú) es prime en el país, en un sector donde el metro cuadrado es muy caro. Los usuarios que van una vez al mes o cada semana, buscan espacios convenientes a la ubicación donde trabajan o donde viven”, comentó Lukowiecky.
En el caso de Urban Storage, sus instalaciones se encuentran en la zona industrial de Pavas, en Rohrmoser, lo que les permite estar cerca de algunos negocios. “Es una zona que nos llamó mucho la atención por la conveniencia de ubicación para las empresas medianas”, comentó Anchía.
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Por su parte, Luis Troyo destacó que el éxito de este tipo de negocios es la ubicación, por lo que es fundamental estar en un lugar estratégico para tener buenos resultados. Sus minibodegas están localizadas en Curridabat y Guadalupe. “Es importante buscar el mercado meta y posicionarse cerca de donde está ese mercado que uno anda buscando”, precisó.
Otras factores que destacaron es que las bodegas deben ser espacios limpios, iluminados y seguros, ya que la mayoría tienen acceso durante las 24 horas, los siete días de la semana, por lo que resulta fundamental ese aspecto para mayor comodidad de los clientes.
“La gente quiere tener un espacio de almacenaje donde le quede cercano llegar, que sea fácil de acceder, con condiciones de seguridad y limpieza muy buenas, eso también brinda una sensación de tranquilidad y son elementos claves”, destacó Anchía.
¿Cómo operan?
El proceso para contratar minibodegas es realmente sencillo. Desde las páginas de Internet se puede identificar el espacio ideal y reservarlo casi de forma inmediata. Basta llenar un formulario pequeño, en el cual se indican factores como el plazo, las dimensiones de la bodega y el método de pago.
También cuentan con servicio de asesoría y contratación por medio de plataformas como WhatsApp o redes sociales como Facebook. Las personas que pueden acceder a los espacios son el titular, o los individuos autorizados por él mismo o, en el caso de las empresas, los trabajadores que tengan permitido el acceso.
Las compañías de minibodegas se apoyan de softwares especializados, así como de tarjetas de ingreso, para monitorear a las personas que ingresan a cada uno de los espacios. También utilizan circuitos cerrados de cámaras y algunas de ellas cuentan con oficiales de seguridad.
“Una vez que el cliente tiene la bodega, puede acceder 24/7, tenemos control de acceso electrónico, sistema de monitoreo de alarma, y un software que cuando la persona ingresa la tarjeta para ingresar identifica quién entró y a la hora que salió”, explicó Lukowiecky.
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Lo mismo ocurre en Urban Storage, donde cada cliente tiene una tarjeta electrónica, con la que puede liberar su bodega para acceder en cualquier momento. Además, los titulares reciben notificaciones en sus teléfonos cada vez que el espacio es abierto.
Los tres propietarios comentaron que es poco usual que las personas dejen de pagar por el espacio o que abandonen sus artículos, aunque resaltaron que siempre tratan de ayudar a sus clientes para que recojan sus objetos o puedan saldar la deuda.
Lukowiecky agregó que cuando la persona del todo es imposible de contactar y se dan los artículos como abandonados, proceden a tomar posesión de la bodega y normalmente donan los objetos que dejaron dentro del espacio. De su lado, Anchía manifestó que también tienen cláusulas, pero hasta el momento no han tenido que aplicarlas.