Tanta noticia sobre negocios turbios, causa, explicablemente, indignación. Conviene rectificar la indignación. No sería sana la indignación procedente de me indigno porque no estoy dentro de los beneficiados. Si me hubieran convidado, no estaría tan indignado. Tampoco sería sana la que nos llevara a resentir que alguien se hace rico. En un sistema de libre empresa, que alguien se haga rico por medios lícitos, no es indignante.
Rescatemos la objetividad. La existencia de indicios, que son signos, indicadores, trazas de que se ha cometido un delito, o un acto inmoral, no debe ser el único requisito para dictar nuestra sentencia privada. Aunque los indicios sean, como dice el derecho penal, graves, varios, precisos y concordantes, no haríamos bien en dictar sentencia. Recordemos que según ese mismo derecho, se presume la inocencia de los indiciados, hasta que no se demuestre el delito.
Si en el estadio rápidamente podemos emitir el fallo de que sí o no era penal, en un asunto de la magnitud del que nos ocupa, conviene ser más cautelosos en el proceso de formación de opinión. Apliquemos el espíritu crítico, el cual, rectamente utilizado, ha de conducirnos a la suspicacia, a apoyar las investigaciones, a insistir en que sean de calidad, pero no a la generalización o a la desesperanza.
Es peligroso que la indignación nos lleve a pensar que como los de arriba pecan, los ciudadanos comunes podríamos desconocer nuestros deberes. Eso conduciría a la corrupción de la nación. Es más grave que se corrompa la nación a que se corrompan algunos políticos, porque es la nación, la que un día saldrá al rescate de la decencia.
También es muy peligrosa la tentación de pensar que lo que anda mal es el sistema democrático y empezar a caminar en la cuerda floja de esperar a un caudillo milagroso, o a un hombre fuerte que nos ponga en cintura, o a que los populistas saquen un conejo del sombrero.
No aniquilemos la indignación. Convirtámosla en una fuerza constructiva. Busquemos el camino. No digamos que no hay ninguno, antes de explorarlos todos.