La Junta Directiva de la Corporación Arrocera Nacional (Conarroz) separó en la noche del martes pasado al director ejecutivo de la entidad, Gerardo Alvarado.
Lo hizo mediante un acuerdo, con los votos de los dos representantes del Gobierno, de los cinco de los productores y de uno de los cuatro representantes del sector industrial. Este acuerdo requiere de mayoría calificada; es decir, ocho de los 11 puestos en la directiva.
Alvarado recogió sus cosas de inmediato, el martes. El miércoles pasado ya no estaba en Conarroz y el puesto lo asumió interinamente Minor Barboza, quien es el director de Operaciones de la entidad.
La moción para acordar el despido de Alvarado fue presentada con apoyo de los productores y del Gobierno. En el momento de la votación, uno de los industriales se abstuvo y dos votaron en contra.
El despido del director ejecutivo se produce en un contexto de choques por el manejo, las funciones y el futuro de Conarroz.
La ministra de Agricultura y Ganadería (MAG), Gloria Abraham, aseguró ayer que Conarroz requiere de un replanteamiento. “Luego de un racionamiento concienzudo se llegó a la conclusión de cambiar de director”, enfatizó.
La ministra reconoció versiones en el sentido de que se le reclama a Alvarado no cumplir con directrices y acuerdos de los directivos.
Uno de ellos fue en el sentido de utilizar recursos de un fondo por alrededor de ¢5.000 millones que tiene la entidad para comprar una parte de la cosecha del grano, ante la imposibilidad de que la industria lo absorbiera.
Alvarado sostuvo en todo momento que ese destino de los fondos no está autorizado en la ley y que, de hacerlo, incurriría en desacato de las normas. Así incluso lo dio a conocer públicamente en un campo pagado en La Nación, el jueves.
Alvarado salió del país y ayer no fue posible localizarlo para conocer su versión acerca del despido.
Tenía alrededor de cuatro años como director ejecutivo; anteriormente, había desempeñado el puesto cuando Conarroz era la Oficina Nacional del Arroz.