Álvaro Cedeño: Fin de año fiscal

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Se acerca el final del período fiscal. Tradicionalmente con esa ocasión, las empresas examinan los resultados del año, los comparan con los del año anterior y con los que habían supuesto que se iban a alcanzar.

La información contable permite hacer eso.

Lo que no permite hacer la información contable es el examen de si se dejó plata sobre la mesa, es decir, si se dejaron de obtener ganancias que se pudieron haber obtenido, o si se desaprovecharon oportunidades.

Este análisis que hay que hacerlo, porque el año nuevo fiscal ya está aquí, y lo único más malo que unos resultados inferiores a lo que pudieron haber sido, es no hacer aprendizajes en torno a ellos.

El otro examen que hay que hacer es sobre el desarrollo de la empresa.

Si la empresa tiene hoy las mismas capacidades, el mismo entusiasmo, el mismo vigor que hace un año, podrá haber obtenido unos buenos resultados económicos, pero no se habrá desarrollado.

Y un buen manejo de las empresas, no solo se mide por los resultados de un año sino también por el aumento de la capacidad productiva.

Deberíamos plantearnos preguntas como las siguientes: ¿Han aumentado los talentos de los colaboradores? ¿O el número de colaboradores con talentos especiales?

También se debe plantear: ¿Hay más personas con visión integral de lo que la empresa hace, conectados a procesos o todavía muchos siguen aislados en departamentos sintiendo que lo que el departamento hace es todo lo que tienen que hacer? ¿Se piensa más sistemáticamente o se vive apegado a la rutina?

Las interrogantes deben incluir: ¿Se cultiva más el pensamiento estratégico, que no es lo mismo que hacer planes estratégicos? ¿Los problemas se abordan con métodos más eficaces o se sigue transitando el camino de las rutinas? ¿Se utiliza una metodología explícita para resolución de los desacuerdos?

Es conveniente también preguntarse: ¿Operan dispositivos organizacionales para captar y canalizar el talento individual? ¿Los colaboradores son autónomos y proactivos o sus jefes les siguen haciendo parte del trabajo? ¿Muchos colaboradores responden a incentivos extrínsecos –bonificaciones y comisiones– o muchos responden a incentivos trascedentes –trabajo con dedicación porque eso me dignifica y me ayuda a contribuir al bien común–?