Mercado internacional paga hasta 16 veces más por un producto agrícola procesado

Exportadores dicen que paso para agregar valor es el futuro, pero piden prudencia en el cambio

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Los productos agrícolas costarricenses procesados alcanzan un valor de hasta 16 veces (1.600%) superior frente al precio logrado al venderlos en fresco en el mercado internacional, de acuerdo con un análisis solicitado a la Promotora del Comercio Exterior (Procomer).

De acuerdo con ese análisis, el valor agregado más alto se obtiene con la piña. La tonelada de esa fruta exportada en fresco presentó un precio promedio de $446 entre el 2017 y el 2019. Al colocarla en el mercado internacional en presentación seca (deshidratada) el precio promedio de ese periodo se elevó a $7.575 la tonelada.

Eso significa un valor 1.600% superior del producto si se realiza ese proceso industrial. La variación absoluta es de $7.129 la tonelada, para el periodo analizado.

El proceso industrial evidentemente eleva el costo al pasar el producto por una etapa industrial, pero el precio final garantiza una mayor ganancia, según empresarios que ya dieron ese paso.

Así, por ejemplo, en el caso de la yuca la mayor diferenciación de precio con respecto a la exportación en fresco se obtiene al enviar la exterior el producto congelado. Esta raíz se vende desde Costa Rica también como harina, como fécula y en una presentación seca.

El valor promedio de una tonelada de yuca costarricense en fresco, en el mercado mundial entre el 2017 y el 2019, se ubicó en $709, de acuerdo con las cifras de Procomer. Al exportarla congelada, lista para cocinar, el valor promedio de la tonelada se elevó a $1.000 para ese periodo.

Eso significa un aumento del 41% ($291) por cada tonelada, con el proceso de valor agregado del congelamiento. (Vea tabla).

El estudio de Procomer obtuvo el precio por tonelada al dividir ingreso total por exportaciones del producto, en sus diferentes presentaciones, entre la cantidad de toneladas (volumen) colocado por el país. Se realizó un comparativo de tres años, del 2017 al 2019, y un promedio final de esos tres años.

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Los estudios por sector y países de Procomer indican una creciente tendencia mundial en los mercados a adquirir productos procesados, ante las dificultados que supone prepararlos en los hogares. Es decir, la demanda se mueve por la conveniencia y necesidad.

Con cautela

La presidenta de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco), Laura Bonilla, argumentó que la agregación de valor a los producto agrícolas, mediante procesos industriales, es el futuro no solo de ese sector sino también del país.

Sin embargo, Bonilla llamó a realizar el proceso de cambio con mucho cuidado, para no saturar el mercado, por un lado, y para evitar problemas de abastecimiento de materia prima, por otro.

Por esa razón, dijo, el cambio en el país hacia procesos de valor agregado agrícola para exportación debe realizarse mediante una coordinación entre los ministerios de Comercio Exterior (Comex), de Agricultura y Ganadería (MAG) y Procomer.

De esa manera se garantiza un proyecto para que los agricultores siempre tengan materia prima y se pueda atender adecuadamente los mercados sin fallar, mientras con estudios del mercado internacional se identifican las oportunidades de exportación.

Aparte de esa coordinación, llamó a establecer un programa de créditos específico para empresas que generen valor agregado, así como a acelerar la instalación de centros de valor agregado en las zonas sur y norte.

Estos centros asesorarán a pequeños empresarios en su paso para industrializar los productos.

El 30 de junio pasado, el Gobierno firmó un contrato con la compañía Vidalco Empresa Constructora, para edificar la obra en la región Brunca. La planta tendrá un valor de ¢2.600 millones.

Mientras, el 3 de setiembre pasado la Asamblea Legislativa aprobó el traslado de ¢1.500 millones del Instituto Nacional de Seguros (INS) al Consejo Nacional de Producción (CNP) para la construcción del Centro de Valor Agregado de la Región Huetar Norte. Esa donación se une a ¢1.040 millones aportados por el Instituto Nacional de Desarrollo Rural (Inder).

Pamela Arias, directora de operaciones de la empresa Agroindustrial Montaña Azul, explicó que el exportador costarricense debe estar lista para atender a un mundo cambiante lleno de gustos y preferencias.

En ese contexto, agregó: “(El empresario debe) saber escuchar al cliente, pero sobre todo ver las oportunidades y las tendencias del mercado actual hacia productos prácticos y sanos; diferenciarnos siempre será la clave”.

De acuerdo con el criterio de esta empresaria, el valor agregado va desde el empaque del producto hasta las certificaciones que se tienen como planta para ofrecer.

Eso, agregó Arias, es lo que hará el producto diferente del resto y se debe trasmitir hoy de alguna manera en la etiqueta. Actualmente, enfatizó, se cuenta con una clientela que lee acerca del producto, su historia y nutrientes, los cuales se vuelven importantes para generar una segunda compra.

El presidente de la Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña (Canapep), Abel Chaves, observó también con cautela el comportamiento del mercado.

Explicó, por ejemplo, que hay un notable aumento en el ingreso si se vende la fruta seca o deshidratada. El problema, advirtió, es que el mercado es muy pequeño, pues en el 2019 se exportaron apenas 530 toneladas, frente a una colocación de casi 2,15 millones de toneladas de fruta fresca.

Ante tal situación, recomendó Chaves, los primero es buscar mercados antes de lanzarse al cambio. “Hoy nadie siembra piña para producir productos procesados o subproductos; quien lo hace es para exportar fruta fresca”, aseguró el dirigente.