Agricultores buscan devolver el ajo criollo a la cocina de los ticos

Productores promoverán calidad y frescura del bulbo cosechado en Costa Rica frente al importado de China, mientras intentan diseminar su cultivo

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Para Ricardo Quirós, la producción de ajos es algo cultural, pues lo heredó de su papa. Entre los dos suman 60 años de sembrarlo. Y lo seguirá haciendo en su terreno de Varillal de Llano Grande, Cartago, tanto por el amor al producto como porque es uno de los pocos agricultores que quedan en la actividad y que ahora quieren proyectarla para que el costarricense prefiera la cosecha local.

La idea es promover el producto local por su mejor calidad, medida en la alta concentración de aceites, y por su frescura, pues el ajo importado presenta muchos días de tránsito tras la corta.

Se trata de un sector agrícola muy disperso en el país, con áreas pequeñas de siembra y sobre el cual no hay datos, reconoció el director regional del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) en la región Central Oriental (Cartago y Los Santos), Guillermo Flores. La falta de información se refleja en que en los informes estadísticos del MAG no aparece el cultivo del ajo. Tampoco aparece en la medición de precios sugeridos para las ferias del agricultor, pese a que se comercializa en esos mercados.

Según un recorrido de La Nación por la feria del agricultor de Zapote (San José), el pasado domingo 27 de enero, se podía comprar una cabeza grande de ajo criollo en ¢1.000.

Ante la merma en la producción local, la cocina de los ticos está ahora a merced de los ajos de China. Entre enero y setiembre del año pasado se importaron $2,78 millones de este producto y un 99% fue de origen chino ($2,76 millones). Se trae una pequeña cantidad desde Guatemala.

En los primeros nueve meses del año pasado se importaron un total de 2.541 toneladas, de las cuales 2.536 toneladas se originaron en China, pese a la lejanía y al tiempo de transporte.

Mariela Pacheco, subgerenta de Asuntos Corporativos de Walmart, reconoció que todo el producto que comercializan viene de China, porque la producción y calidad nacional no es estable. Agregó que los precios del producto del país asiático son menores que los del ajo nacional.

En Costa Rica, se cultiva en Cartago, una zona tradicional hortícola; en Santa Ana y en Puriscal. Ahora, los productores intentan diseminar la semilla para que llegue a Zarcero, regiones de Heredia y la zona sur. En este plan cuentan con el apoyo del MAG que pretende coordinarlo con el Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), con cuyas autoridades respectivas se han desarrollado ya reuniones y visitas al campo, confirmó Flores.

Por su calidad

Flores y el productor Quirós coincidieron en que la calidad es la gran diferencia en favor del producto tico, y en que la apariencia y tamaño pueden ser la ventaja del comprado en China.

Lo favorable son la concentración de aceites, los olores y la frescura del producto cosechado a escala nacional, algo que se refuerza con el poco tiempo en circulación luego de la corta. Esto se intenta reforzar en el programa que se pretende desarrollar con el ITCR.

Mientras tanto, la apariencia del producto se puede mejorar. Flores explicó que el ajo chino se ofrece limpio, blanco, con muy buena apariencia, lo cual es un gancho para el consumidor. Pero, agregó, con el productor en Costa Rica se puede trabajar en capacitaciones para un mejor manejo poscosecha, de tal manera que se mejore la presentación del producto.

Quirós y la también productora de Tierra Blanca, Sonia Gómez, explicaron que venden la cosecha a comerciantes que lo colocan en los tramos de los mercados municipales o en las ferias del agricultor. No tienen contacto con las cadenas comerciales.

Generalmente, reciben los pedidos de los comerciantes y el productor lo llega a entregar, aunque en algunos casos los intermediarios llegan a las fincas.

Se cultiva en áreas pequeñas, de 100 hasta unos 300 o 400 metros cuadrados, en fincas donde hay otras actividades hortícolas como los casos de Quirós y Gómez.

La productora de Tierra Blanca está certificada como orgánica y forma parte de un grupo o asociación de productores que pretende distinguir y competir con un producto que tenga esa característica. Así se diferencia aun más del ajo importado.

Según Quirós, hay muchas denuncias acerca de fumigaciones del ajo importado con el fin de evitar la contaminación con plagas o enfermedades en su largo trasiego desde China o para evitar que se germine.

Sin embargo, Nelson Morera, jefe del Departamento de Control Fitosanitario del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) y Róger Ruiz, jefe del Laboratorio de Análisis de Residuos de esa misma entidad, afirmaron que pocas de las muestras se han encontrado con problemas y los niveles en esos casos son muy por debajo de los niveles permitidos.