Tibás
Salir con un buen nombre después de 18 en la política costarricense no parece tarea fácil. No conforme con haberlo logrado, Fernando Ocampo se propone liderar a la Liga del Centenario y no hay quién lo haga desistir. Al contrario, le brillan los ojos y se le ilumina el rostro cuando repite las palabras de su hijo: "papi, ahora sí estás haciendo algo por el país".
Si lo consigue, la Liga pasará de 2.000 socios a 5.000 en un año, tendrá algún extranjero que marque diferencia, verá crecer a los jóvenes talentos que hoy juegan contados minutos. Suena a discurso político. No lo es –advierte Ocampo–. Aunque le han aconsejado evitar las promesas, él prefiere hacer públicos sus retos.
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