Un pequeño termómetro ingerible, diseñado para monitorear la temperatura corporal de los astronautas durante sus caminatas espaciales, se ha convertido en un buen aliado de los atletas en la Tierra.
El aparato es una cápsula de menos de nueve centímetros de largo. Lo utiliza ya una decena de equipos de futbol americano (universitarios y profesionales), maratonistas y corredores de automóviles.
Su misión es evitar la muerte de los atletas a causa de la alta temperatura corporal.
El esfuerzo físico, la gran masa corporal y la exposición al Sol durante largos períodos puede llevar a una persona, aunque joven y saludable, a elevar su temperatura corporal y hacer que su organismo produzca más calor del que puede liberar.
Cuando el cuerpo pasa los 40,5 grados Celsius (centígrados) puede sufrir un golpe de calor.
Entonces, la persona puede desmayarse, experimentar cambios en su comportamiento, tener piel enrojecida y seca, cambiar en el ritmo de sus pulsaciones y hasta caer en un coma.
En casos extremos, el golpe de calor puede causar la muerte. En Estados Unidos, esta condición es la tercera causa de muerte entre los atletas.
Del espacio a las canchas. El pequeño termómetro en forma de pastilla es tecnología vieja.
A principio de la década de los 80, la NASA destinó $75.000 a un equipo de investigadores del Centro Espacial Goddard y al departamento de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins para desarrollar el aparato.
Con ayuda de tecnologías desarrolladas para el espacio, como la transmisión de datos de forma inalámbrica, la microminiaturización de circuitos eléctricos, sensores y baterías, para 1988 los científicos ya tenían el diseño del pequeño termómetro listo.
La empresa HQ Inc. compró los derechos de utilizar la patente de la NASA y fabricó el termómetro, solo para uso militar y académico.
En 1991 los termómetros ingeribles, bautizados Cor Temp Ingestible Core Body Thermometer Pill , se utilizaron por primera vez en el espacio.
Con ellos se pudo monitorear la temperatura corporal del los astronautas durante las caminatas espaciales.
Aunque el traje espacial protege a la persona de las drásticas temperaturas en el espacio, de igual forma el astronauta sufre.
Esos exploradores están expuestos a temperaturas de 121 grados Celsius cuando permanecen frente al Sol, y de -156 grados Celsius cuando no recibe su calor.
Además, el trabajo físico que realizan durante las caminatas espaciales también es agotador y eleva la temperatura corporal.
Con ayuda de los pequeños termómetros, los médicos en la NASA han podido mantener la temperatura corporal de los astronautas en un parámetro seguro.
En 1998, el veterano astronauta John Glenn, a sus 77 años, también utilizó el termómetro-píldora en el espacio, como parte de una serie de experimentos médicos en el cosmos.
Tras dos trágicas muertes en las canchas del futbol americano en Estados Unidos, en julio y agosto del 2001, se vio que el termómetro podría tener una aplicación en el mundo deportivo.
En el 2005, varios equipos de futbol americano empezaron a utilizar los termómetros como parte de un estudio científico.
Hoy son más de diez equipos los que utilizan el aparato, sobre todo durante sus entrenamientos en los meses de verano.
¿Cómo funciona? El pequeño termómetro es una cápsula recubierta en silicona que contiene un sistema de telemetría, una microbatería y un sensor de temperatura hecho con un cristal de cuarzo.
Una vez que el termómetro se encuentra en el tracto gastrointestinal de la persona, el sensor de cuarzo empieza a vibrar en una frecuencia relativa a la temperatura del cuerpo.
La vibración produce un flujo magnético que transmite una señal a través del cuerpo.
Fuera, una computadora o un PDA (asistente personal) puede recibir la información y señalar, minuto a minuto, la temperatura corporal con gran precisión.
Un solo aparato puede recibir la información de 99 termómetros y alertar cuando una persona está llegando a una temperatura peligrosa.
Además de su aplicación en el mundo de los deportes, bomberos y buceadores también utilizan esta tecnología.
Según HQ Inc., unas 30.000 personas ya han usado estos termómetros ingeribles, sin sufrir ningún efecto secundario.
Una vez ingerido, el pequeño termómetro se mantiene en el cuerpo entre 18 y 20 horas.
Entonces, la cápsula es expulsada de forma natural por el sistema digestivo.