Aunque popularmente la gente dice que se morirá de risa, muchos ignoran que justo cuando se ríen están más vivos que nunca.
La ciencia ha demostrado los innumerables beneficios que un acto tan espontáneo como reír aporta a la salud.
El más reciente hallazgo lo reveló la Universidad de Loma Linda, en California. Tras someter a un grupo de personas a ver videos cómicos, los expertos confirmaron que reír disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Esto a su vez combate la pérdida de memoria en los adultos.
También descubrieron que todo el cerebro participa en el proceso de reírse a carcajadas. “Esto se asocia con la capacidad de concentrarse y de pensar con más claridad, como al meditar”, dijo el autor Lee Berk.
En 1964, William F. Fry, psiquiatra de la Universidad de Stanford, llamó gelontología (del griego reír) el estudio de la risa. Desde entonces, se ha logrado identificar una zona del cerebro llamada área motora suplementaria, la cual está relacionada con esta respuesta biológica.
Otro estudioso fue el psicólogo Paul Ekman, quien determinó que el lenguaje corporal responde a razones evolutivas. La expresión corporal que conocemos como “reír” no requiere del aprendizaje”, sostiene el neuropsicólogo clínico Allan Fernández. Según él, hacia el tercer mes de vida, los bebés aprenden a reír por imitación, viendo a los adultos. Será hasta los seis meses de edad cuando aprendan a sonreír en busca de la interacción.
Cerebro y corazón. El largo inventario de beneficios empieza en el cerebro, pues al reír se mantiene activado el mecanismo de recompensa natural, que se encarga de determinar si estamos en una situación deseada. “La sonrisa es el mejor predictor de aquello que buscamos: nuestro cerebro no se equivoca”, añade Fernández.
Mas las muchas bondades de este estímulo van más allá del alivio momentáneo de una carcajada. La risa precede a la felicidad y reduce la posibilidad de sentirse agobiado por el estrés o de padecer depresión.
Se sabe que, al reír, las personas liberan dopamina y serotonina, neurotransmisores que mejoran el ánimo y poseen efectos calmantes. Por eso, Paul Zamora, del Instituto de Risoterapia, Psicología y Arte (IRPA), asegura que 5 o 6 minutos de risa continua actúan como un analgésico.
En el 2012, un estudio de la Universidad de Kansas evidenció que mantener una sonrisa en la cara reduce el estrés corporal y transmite más empatía a otros. Para efectos de esa investigación, se diferenciaron dos tipos de sonrisa: la estándar, que se centra en los músculos de la boca, y la genuina, en la cual 400 músculos cercanos a la boca y los ojos modelan el gesto.
Los favores de reírse llegan hasta el corazón. La cardióloga Giselle Preinfalk asegura que hay un vínculo entre la depresión y una salud cardiovascular precaria.
“La depresión aumenta de 1,5 a 2 veces el riesgo de padecer enfermedad arterial coronaria (EAC) en individuos físicamente sanos, o sea, en personas que no padecen de ninguna otra patología que aumente el riesgo cardiovascular”, indica la especialista.
Investigadores de la Universidad de Maryland documentaron que los pacientes con enfermedad cardiovascular sonreían un 40% menos que aquellos que tenían su misma edad y no padecían este tipo de mal. Por ellos, los cardiólogos recomiendan dosis de sonrisas como parte del tratamiento.
Un reporte de la Universidad de Maryland mostró cómo la risa se relaciona con la dilatación de los vasos sanguíneos, hecho que aumenta el flujo de sangre y reduce la presión arterial. Para ese estudio, un grupo de voluntarios no fumadores, de 33 años de edad en promedio, vieron comedias o dramas.
Posteriormente, se evaluaron los cambios a nivel interno de unos y de otros. Resulta que el diámetro de los vasos sanguíneos aumentó un 22% entre los que observaron un largometraje divertido, y se redujo en un 35% entre los que vieron historias de tensión. Los cambios se dieron en la capa interna de los vasos sanguíneos o endotelio, un tejido que favorece la vasodilatación y, de esta forma, facilita la irrigación de los órganos de acuerdo con el gasto cardíaco. Como consecuencia de la disfunción endotelial, ocurren eventos que favorecen la aterosclerosis o aumento de grasa en las paredes arteriales”, explicó la cardióloga.
Terapia con risa. Evidencia tan contundente como la descrita ha llevado al desarrollo de nuevas terapias alternativas, como la risoterapia.
Paul Zamora es parte de un grupo que utiliza la risa como herramienta principal de su técnica psicoterapéutica. “Esta técnica usa el juego, técnicas lúdicas, la mueca y la expresión corporal, la música, la danza y el cuento, todo para dejar salir la risa espontánea, esa risa que se produce desde adentro”, cuenta. Él imparte sesiones de una a tres horas dirigidas a hacer reír hasta a los más serios.
Su objetivo es reivindicar el papel de la risa en el bienestar físico y mental del individuo. “Con cada carcajada, se activan cerca de 400 músculos, incluidos 15 de la cara y algunos del tórax y el abdomen; son músculos que solo se ejercitan con la risa. Algo más es que reír también ayuda a adelgazar, porque pone a funcionar el sistema linfático”, agrega Zamora.
No existen dosis, pero se recomienda reír 300 veces al día, lo que equivaldría a 45 minutos de ejercicio aeróbico intenso.