Su experiencia en tratar con muchachos violentos y de haber participado con jóvenes como Evan Ramsey, que en 1994 mató a su director de colegio y a un compañero la han hecho convertirse en una de las criminólogas con mayor conocimiento en temas de conductas agresivas en jóvenes.
Desde hace más de diez años, Susan Magestro brinda clases, talleres y conferencias para personas que pasan en contacto directo con jóvenes: asesores educativos, directores de escuelas y colegios, orientadores y psicólogos educativos, trabajadores sociales y policías. Su objetivo es que la sociedad entienda y sepa detectar cuándo un joven puede mostrar tendencias violentas y de abuso y atacar el problema antes de que suceda.
Ella visita constantemente Costa Rica porque tiene amigos en nuestro país y desea construir una casa. En su última visita esta semana,
Por lo que he estudiado en mi país, Estados Unidos, puedo decir que los jóvenes de mi país sí son más agresivos.
Es más difícil para ellos ser adolescente de lo que fue para nosotros, ahora ellos tienen más presión de grupo para ser aceptados, tienen que lucir bien para sus amigos, pero continúan con las presiones de sacar buenas calificaciones y de estar en el hogar. Sin embargo, ahora hay padres más desentendidos, que porque trabajan muchas horas llegan a casa muy cansados y no pasan tiempo con sus hijos.
En mi país se ve el fenómeno de niños criando a otros niños; es decir, los adolescentes acuden a sus amigos o vecinos en busca de respuestas a sus problemas y no tanto a sus padres.
Esto va más allá de los tiroteos escolares, ahora hay más adolescentes violentos.
Los tiroteos en escuelas son un punto extremo, pero los jóvenes siempre dan señales que la gente no sabe reconocer.
No es cierto eso de que ellos saben ocultar las cosas muy bien y disfrazan todo ante sus padres.
Todos dan señales. Todos los adolescentes que cometen actos violentos en sus comunidades vienen dando señales de su planeamiento y siempre le cuentan a al menos una persona de sus planes.
El punto es que los padres no saben detectar esas señales y las personas que saben de los posibles atentados creen que el joven está bromeando.
Yo no puedo hablar del caso porque no lo conozco en detalle. No conozco al muchacho, ni a su familia ni a la directora, no he estudiado el caso. Sí puedo decir que me duele mucho que esto sucedida en un país al que le tengo tanto cariño.
Pero hablando en general de la violencia en los jóvenes, los padres juegan un papel vital: un padre puede evitar violencia en su hijo si identifica las señales.
Uno no puede resolver un problema que uno no sabe que tiene. Si los padres no saben dónde buscar no van a poder frenar. No hablemos de tiroteos, eso es algo extremo. Hablemos de actitudes violentas que pueden afectar a su hijo.
Lo más importante es conocer al muchacho. Hable mucho con su hijo, conózcalo, sepa qué le gusta hacer y qué no, interésese por las cosas que le gustan, por lo que lo hace feliz y por lo que no.
Saquen tiempo siempre para cenar juntos en familia. Los padres pueden llegar muy cansados del trabajo, pero deben cumplir su rol de padres.
Hagan preguntas, muestren interés, pero no hagan preguntas que puedan responderse con un sí o con un no, hagan preguntas que los pongan a hablar y a compartir sobre su día, sobre su mundo.
Si usted conoce bien a su hijo le será más fácil saber si algo no anda bien con él o con ella.
Conozca a sus amigos, vea de quiénes se rodea, cómo son y cuáles son sus modelos.
Si un amigo no le gusta, no lo prohiba porque genera el efecto contrario, más bien busque estrategias para que su hijo tenga nuevos intereses y nuevas amistades.
También es importante que ellos sepan que hay reglas.
Si usted quiere darle a su hijo un regalo que verdaderamente le dure toda la vida, tome usted el control de lo que sucede en su hogar.
En ocasiones es más sencillo dejar que los hijos tomen el control, pero eso solo logra adolescentes con más problemas.
Si tiene un hijo agresivo, lo peor que puede hacer es tenerle miedo. Recupere el control de su hogar, hágale saber que no siempre tendrá lo que quiere y así lo educará mejor para la vida.
Eso sí, haga todo eso con amor, la autoridad con amor es la que realmente rinde frutos.
Ahí está el secreto. Si su hijo está bien y es un muchacho con rabietas ocasionales pero con metas a futuro, que conoce que tiene talentos y que no tiene pensamientos negativos, que tiene modelos buenos a seguir, no se preocupe.
Preocúpese si ve bajas dramáticas en sus calificaciones, si lo oye con pensamientos negativos, si ve que se agrede a sí mismo con golpes o cortaduras, si explota iracundamente por motivos menores y si le dice que admira a Hitler o a Charles Manson. Ahí sí debe buscar ayuda profesional.