Una de las características de los tumores en la tiroides es que, como en muchos otros tipos de cáncer, su progreso es silencioso, y si no se hace un ultrasonido y una biopsia, no hay forma de saber si la persona padece la enfermedad.
Así sucedió con Stephanny Escalante y con Marlen Cordero, quienes tuvieron este cáncer y nunca percibieron síntomas.
En el caso de Escalante, una descomposición general no relacionada con eso la llevó al doctor, mientras que Cordero sí notó una inflamación en su cuello.
“Yo no sabía lo que me pasaba y por eso fui al doctor. Yo sí me sentía muy cansada, hacía algo de ‘oficio’ y ya me tenía que acostar, el cuerpo no me daba, pero pensaba que era por cansancio nada más. Yo les digo a las mujeres que cuiden su salud y que vayan al doctor, porque uno puede confundir esto con cansancio, depresión o anemia”, aseguró.
Posibles señales. Pese a lo silencioso de este cáncer, en algunos casos hay señales que la mujer puede notar para buscar ayuda médica y descartar esta enfermedad.
Según comentó Luis Jiménez, endocrinólogo especialista en patologías de la glándula tiroides, normalmente si la mujer se siente un abultamiento en la zona del cuello se trata de un nódulo benigno, pero es recomendable analizarlo con una prueba de ultrasonido.
“Los nódulos son muy corrientes y casi todos son benignos, pero siempre se revisan. Hay personas que tienen una disfonía (ronquera) persistente por más de tres meses. Las personas que estuvieron expuestas a radiación en la cabeza y cuello o que tengan historia familiar, tienen un poco más de riesgo”, explicó el médico.
La mayor parte de estos tumores se detecta a tiempo, pues su avance es muy lento, de ahí su baja mortalidad.
“Para el tratamiento, primero se hace una biopsia y normalmente se quita toda la glándula; si el tumor es muy pequeño, hay quienes solo quitan la mitad. Algunas reciben yodo radiactivo”, dijo Jiménez.
Para el especialista, parte de la prevención consiste en revisar el cuello para palparse posibles “pelotitas” y realizarse un ultrasonido de la glándula tiroides cada dos o tres años, especialmente si hay historia familiar de este tumor.