Sepa controlar el consumo de licor de sus invitados

Mujeres deberían tomar un máximo de dos tragos por día; hombres, hasta tres

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Es probable que en esta época de fiestas y reuniones, a usted le toque asumir el papel de anfitrión y que, como tal, sienta la responsabilidad de velar por el regreso seguro de sus invitados.

Pero, ¿se ha puesto a pensar cómo “administrar” el licor que se servirá durante la actividad o cuál es la mejor manera de evitar que la gente pierda el control, sobre todo ahora que, en muchas celebraciones, cada persona lleva sus propias bebidas?

Según la psicóloga Norma Salazar, la clave es dejar claras las reglas del juego desde el principio. No se trata de satanizar el consumo de licor, sino de que este se haga del modo más responsable posible.

“Es complicado para el anfitrión, porque hay gente que efectivamente tiene el cometido de emborracharse en determinado evento, pero si usted marca reglas, como hora de inicio y finalización de la actividad, es más fácil. Si cree que habrá problemas, hasta puede establecer una dosis máxima de licor por persona”, aseguró la especialista.

Para ayudarles a los anfitriones en esta tarea, la organización Educ’alcohol, que pretende educar en el consumo moderado del licor, elaboró una guía con consejos orientados a prevenir las intoxicaciones durante las festividades de fin y principio de año. Sin embargo, las recomendaciones son válidas para toda ocasión.

Límites. “En esta época hay fiestas casi a diario. Lo ideal sería dejar ‘descansar’ al licor en algunas de ellas, pero, al menos, tomarlo con moderación. La recomendación es que las mujeres ingieran como máximo dos bebidas alcohólicas por día, y los hombres, no más de tres”, precisó Mónica Solórzano, directora ejecutiva de Educ’alcohol.

Investigaciones anteriores de esta organización indican que el 45,7% de los adultos ticos admite tomar licor. El 70,8% de estos ingiere menos de tres bebidas alcohólicas por ocasión, y el 20,6% toma más de cinco bebidas al mes. El 5,8% reconoció que se emborracha una vez por semana.

¿Qué hacer? El primer consejo es predicar con el ejemplo. “Si no quiere que sus invitados se pasen de tragos, no lo haga usted”, recomendó Solórzano.

Entre los tips que ofrece Educ’alcohol, está servir las bebidas en medidas estándar y evitar los tragos dobles.

Además, colocar mesas para que los invitados pongan ahí sus vasos o copas después de cada sorbo y no los mantengan en sus manos. Es una excelente estrategia para evitar la tentación de estar llevándose el trago a la boca continuamente.

Otra medida es contar con suficiente agua y bebidas no etílicas, para que los invitados las puedan intercalar con el licor. El agua ayuda a procesar el alcohol.

Nunca obligue a nadie a consumir licor en exceso. Si va a servir más, hágalo cuando ya la persona haya terminado lo que estaba bebiendo, y si alguien le dice “no, gracias”, respételo.

Finalmente, una hora antes de concluir la actividad, ofrezca bebidas no alcohólicas, como café y té. Los postres también permiten una mejor asimilación del licor.

Efectos en el organismo. Una razón para moderar el consumo de licor es el daño que este causa en el organismo. El alcohol llega a la sangre en un lapso de 30 a 60 minutos después de haber sido ingerido, cuando el intestino delgado lo absorbe y lo envía al torrente sanguíneo.

Al inicio, el individuo podría experimentar euforia, enrojecimiento del rostro y dificultad para mantener el equilibrio. Luego, sentiría debilidad y agotamiento (sueño) por la disminución de azúcar en sangre.

Ante el exceso de bebidas etílicas, el nivel de líquido en el riñón baja y lo obliga a absorber agua de otros órganos; esto causa dolor de cabeza. El alcohol también llega a los pulmones; por eso es que se detecta en el aliento.

De seguido, lo que viene es la intoxicación: se debilita el sistema nervioso, las pupilas se dilatan, hay vómito, hipotermia y ritmo cardíaco irregular.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el alcohol origina dos tipos de riesgos: el agudo y el crónico. El primero es la posibilidad de perder reflejos, tener accidentes de tránsito o protagonizar actos violentos.

En el caso del crónico, este afecta a quienes toman de forma constante: daños al hígado, males cardíacos y algunos tipos de cáncer. Por año, mueren 2,5 millones de personas en el mundo por abuso crónico del licor.