No eran las 6 p. m., pero la oscuridad daba la impresión de que era mucho más tarde.
Los indígenas ngöbes que viajaron desde Panamá a principios de noviembre a trabajar en cafetales de La Flor del Roble, en Coto Brus, terminaron su jornada y caminaban hacia sus casas.
Ellos viven muy lejos del Ebáis de La Casona y su horario laboral les impide llegar hasta allá. Entonces, el Ebáis llega a ellos, de la mano de otros indígenas que hablan su misma lengua y entienden sus distintas inquietudes.
Mientras los panameños regresan a sus casas, los ngöbes ticos desempacan extensiones eléctricas y material gráfico para educarlos sobre cómo cuidar su salud. Los indígenas cotobruseños van con especialistas del Área de Salud de Coto Brus, quienes los instruyeron.
Los “blancos”, como les dicen los indígenas, juegan un papel pasivo en estas intervenciones: lo importante es que los voceros sean los indígenas que entienden a sus hermanos panameños.
Poco a poco, el equipo desciende unos 400 metros por la montaña. A falta de luz eléctrica, un foco ilumina los pasos que deben abrirse entre barro y maleza.
Una vez en el caserío, buscan la mejor ubicación. Unos pocos salen curiosos para ver lo que sucede y, tímidamente, regresan a sus casas.
Poco después, ya instalados, las parteras y los líderes pasan, casa por casa, para invitar en el idioma ngöbe a recibir la capacitación. Al principio, solo pocos acuden.
El primer tema: las infecciones por bacterias. El público se muestra tímido pero, poco a poco, comienza a llegar más gente, tal vez motivada porque algunos se enteraron de que al final de la charla les darán jabón y galletas.
La voz de las parteras toma más confianza al hablar del embarazo y sus cuidados, un tema muy importante en una comunidad donde las mujeres comienzan su maternidad cerca de los 13 años de edad y tienen en promedio de cuatro hijos.
Una indígena rompe el hielo y pregunta; la partera responde pacientemente.
El tercer tema capta la atención pues involucra jabón gratis. Así, se habló de la importancia del lavado de manos para evitar enfermarse.
Fue la última parte la que captó más miradas y robó carcajadas nerviosas: la prevención de enfermedades de transmisión sexual y el uso del condón.
Dos mujeres le pidieron a sus hijas –niñas de unos seis años de edad– que se fueran a sus casas porque consideraron que el tema no era para su edad.
Al finalizar, nadie quiso hablar con “los blancos” que llegaron a observar estas charlas. Entonces, las parteras tomaron la palabra.
“Tengo 20 años de ser partera, aprendí de mi mamá, y ella aprendió solita. Yo vengo a enseñarles a ellas cómo deben cuidarse cuando tienen a un niño adentro, para que no les duela y el chiquito venga sanito”, les aseguró María Bejarano.
A las 8 p. m., pocos indígenas quedaban en el sitio donde se dieron las charlas, y los instructores tomaron nuevamente sus focos y sus materiales para ir descansar pues en la mañana hablarían de estos temas en otra comunidad en la frontera con Panamá.